¿Alguna vez han hecho un ejercicio de Gran Visión para sus empresas, sus organizaciones, o incluso para su persona? ¿Tienen claridad sobre cómo quieren verse hacia el año 2030? ¿Dónde van a estar? ¿Cómo será su vida? ¿Qué factores determinarán su futuro?
Si nunca lo han hecho, vale la pena intentarlo; lo primero en lo que nos daremos cuenta es que, a pesar de que nuestros objetivos, las tendencias y las estimaciones futuras pueden guiarnos, hay que aprender a planear la incertidumbre.
Lo mismo pasa con nuestros destinos turísticos de Quintana Roo. En este “nuevo” proceso de administraciones estatales y municipales, seguramente tendremos instrumentos de planeación (Plan Estatal y Municipal de Desarrollo, Programas de Turismo) que nos deben guiar hacia una visión común; aunque en general, estos procesos no van más allá del periodo de las administraciones.
Pero, ¿por qué no pensar en grande? ¿Por qué no construir una visión conjunta a más largo plazo que nos lleve a tener metas más ambiciosas y nos permita ir más allá de las administraciones locales? Sin duda, nos encontraremos que las predicciones en materia de estadísticas turísticas, los nuevos mercados, la tecnología, el cambio climático y otros factores nos darán un rumbo, nos dirán que debemos diversificar, desarrollar productos para mercados cada vez más exigentes, incluir la sustentabilidad en nuestras operaciones, desarrollar más hacia el interior del estado que hacia la costa, entre otras estrategias.
Y sin embargo, aun así debemos estar preparados para gestionar el turismo en Quintana Roo con la incertidumbre de lo que los fenómenos meteorológicos, la seguridad internacional, local y otros aspectos nos puedan generar. Entonces, ¿cómo planear a futuro y lograr, a pesar de esto, cumplir nuestras metas?
Primero, como ya lo comenté, generando una visión común, incluyente, desde el norte hasta el sur, con la opinión no solo de un funcionario en un escritorio sino de los actores del sector: empresarios, académicos, investigadores, sociedad civil y comunidades rurales e indígenas.
Segundo, plantearnos metas alineadas a la agenda internacional dada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero con un enfoque local: reducción de la pobreza, mejora en las condiciones de empleo, protección de recursos marino-costeros, producción y consumo sustentables, entre otros.
Y tercero, y muy importante, construyendo una estrategia clara de seguimiento a las metas y de adaptación a los cambios. Los instrumentos los tenemos, pero desgraciadamente los usamos muy poco. El Consejo Consultivo de Turismo Estatal debe ser un ente más dinámico de medición de avances y rendición de cuentas; debe realizar monitoreos de logros y recomendar cambios a la política pública y a las acciones de gobierno.
Y no hay de otra, si queremos obtener resultados diferentes, necesitamos actuar diferente: con visión a largo plazo y con bases de sustentabilidad. Si no lo hacemos, no esperemos resultados distintos.