From time to time

por Redacción

En esta ocasión el encabezado de mi editorial no busca hacer uso de una expresión anglosajona castellanizada que significa “de vez en vez”, pero sí utilizarla literalmente para decir “De TIME al Tiempo”.

Mantengo la primera palabra sin traducción, pues TIME es el nombre de esa prestigiada revista estadounidense que edita Time Warner semanalmente y que en su última edición nos comparte el que es su número más vendido y en el que los editores dan a conocer su elección de La Persona del Año.

Este honor es recibido por personas que han hecho o que están haciendo una diferencia en nuestro mundo. El Papa Francisco, Su santidad Juan Pablo IIBarack Obama, Martin Luther King, Mark Zuckerberg, Steve Jobs, Nelson Mandela, que por sus propios méritos se ganaron un lugar en la historia. Y mujeres también. La reina Elizabeth II de Inglaterra en 1952, la entonces presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, en 1986 y ahora, casi 30 años después, Angela Merkel en 2015. La canciller de Alemania recibe este año el reconocimiento como la Persona del Año, lo que además la reconoce como la mujer más poderosa de Alemania, de Europa y del mundo.

Angela Merkel, de 60 años, líder del mundo occidental, nació en 1955 en una nación que ya hoy en día no existe. Cuando tenía seis años su patria sería dividida por un gran muro que cruzaba Berlín y ahí, en la Alemania del Este, viviría sus primeros 35 años de vida hasta que, en 1989, cayera el muro y con ello el régimen soviético que hasta entonces mantenía el mundo dividido en dos grandes bloques. Con la caída del muro de Berlín, Alemania tuvo la oportunidad de unificarse de nuevo como una gran nación y levantarse así de las cenizas del recuerdo y la humillación.

El 2015 marca también el décimo aniversario del nombramiento de Angela Merkel como canciller de Alemania,  el año en que se conmemoró el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y en el que surge el liderazgo de una mujer alemana que busca mantener la unidad, ahora no de una nación sino de un continente. En un solo año Merkel ha desafiado al mundo con sus ideas y sus principios en tres ocasiones, demostrando así su liderazgo. La primera, para imponer sus estrictas condiciones a una nación en bancarrota y evitar con esto la salida de Grecia de la zona Euro y la desintegración de este bloque económico de 19 naciones, unidas por una moneda. La segunda, dando la cara a un atrevido presidente ruso, Vladimir Putin, quien se agencia (por no decir roba) de una manera ortodoxa y en pleno siglo XXI la península de Crimea que perteneciera a Ucrania. Y ahora la tercera, con la crisis de refugiados, al decidir abrir las puertas de Brandeburgo al mundo árabe y con ello permitir dar asilo a un millón de musulmanes para el final de este año, y con esto acceso a toda Europa.

Irónico, ¿verdad? Tal vez si, tal vez no. La mujer que creció y se educó en una nación dividida por un muro, hoy lo derriba para recibir a una cultura totalmente distinta dentro de sus fronteras. Angela Merkel asombra al mundo con su audaz y generosa decisión, que busca redimir a Alemania de sus pecados nacionalistas del pasado, pero que a su vez coloca en un gran peligro a una Europa sin fronteras.

Irónico, que una mujer europea como Angela Merkel busque pasar a la historia por un lado tratando de mantener la unidad económica de un continente, pero por el otro lado permitiendo la desintegración ideológica del mismo con la invasión de una cultura totalmente distinta a la occidental y por demás fundamentalista e intolerable.

Irónico, que una mujer europea como Angela Merkel abra las puertas de Occidente a una cultura donde la mujer tiene que ocultar su rostro y vivir siempre bajo el dominio del hombre.

Muchas coincidencias, muchas ironías, una gran diferencia: Isabel de Castilla expulsó de Europa a los árabes que por más de siete siglos invadieron Occidente e intentaron imponer su cultura islámica en un mundo cristiano, y ahora Angela Merkel les abre las puertas. Isabel sabía que para mantener la unidad de un pueblo, de una cultura, tienes que mantener y proteger su identidad. Qué ironía que ahora, lo que duró siete siglos de luchas conseguir con las cruzadas y cinco siglos de existencia mantener, cambie radicalmente.

¿Será correcta la decisión de Angela Merkel? ¿Está bien la decisión de la canciller alemana de abrir las puertas de su nación y con ello de todo un continente a una cultura tan distinta a la occidental como lo es el mundo árabe? Esa es la gran pregunta que hoy nos hacemos, from time to time. La historia es la única que nos dará la respuesta, una respuesta que nosotros, los que hoy leemos este artículo, muy posiblemente no tendremos oportunidad de saber, pues pudiera tomarse de nuevo siete siglos el saberlo.

Eduardo Albor
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