No hay de otra

por Latitud21 Redacción

Recorren miles de kilómetros y quedan atrapados en filas atestadas de tráfico (Aduana y Migración). Y siempre se ha eludido este tópico, aunque mucho se hable de él…

Sin entrar en polémica -extremadamente compleja en términos de impacto político, económico y turístico-, el tema exige asumirlo como una obligación y enfrentarlo con mirada inquisitiva, crítica, y tratarlo como una oportunidad de competitividad.

Como bien reflexiona nuestro personaje de portada, David Schelp, CEO internacional de TUI Destination Services, México, y particularmente el Caribe mexicano, está dotado de una infraestructura aeroportuaria y hotelera adecuada, fuerte y suficiente en comparación con otros destinos, pero “se pueden mejorar algunas cosas, como es el servicio en aeropuertos”… Sin duda, una demanda añeja internacional y la que ha quedado en una buena intención desde hace ya varios sexenios. Una voz fuerte en este sentido -y muy autorizada-, fue la de Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, durante su intervención en la 1ª. Cumbre Regional de las Américas del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), efectuada en el Grand Velas de la Riviera Maya en mayo de 2012.

En ésta, sostuvo que un factor importante para impulsar la actividad turística tiene que ver, precisamente, con las facilidades migratorias y la mejora de los procedimientos de ingreso al país, para que la llegada de los turistas sea una fiesta y no un problema, “se les debe recibir en Aduanas y Migración de manera amable, cálida, eficiente. Ese cambio será importante para dar un rostro amable al turista, protagonista de una actividad económica con gran potencial de crecimiento, en la cual se debe invertir y hacer negocios”. Lo dijo entonces, lo reiteró y lo recalcó.

Ahí presente, recordamos, estuvo también la entonces titular de la Sectur, Claudia Ruiz Massieu, quien después de un año integró el tema a través de la instalación de la Mesa de Facilitación de Viajes, cuyo fin era agilizar el flujo y movimiento de los viajeros por cualquier medio de transporte, desde y hacia destinos turísticos nacionales, para incentivar la industria. Muchas dependencias se sumaron, incluyendo el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Administración General de Aduanas. De hecho, reconocieron la valía del Programa Viajero Confiable como un mecanismo que garantiza la seguridad y agiliza los flujos de turistas y personas de negocios en terminales aeroportuarias. Sin embargo, todo quedó nuevamente en buenas intenciones.

Dos años más tarde, la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes de Quintana Roo, a través de su mandamás, pidió al nuevo titular de la Sectur, Enrique de la Madrid, su intervención para solucionar el problema que ha hecho crisis en el Aeropuerto Internacional de Cancún, cuyo tránsito anual es de 19 millones de turistas, que son recibidos no con amabilidad, calidez y eficiencia como lo recomendó Carlos Slim, sino en un sentido groseramente opuesto… Su primera impresión del país.

En respuesta a la demanda de la AMAV y de grupos turísticos como TUI, que genera 350 mil turistas europeos al año, 95% de los cuales se desplazan al Caribe mexicano, Enrique de la Madrid anunció nuevas medidas para facilitar el ingreso de viajeros extranjeros al país,  que serán implantadas a finales de este año, como la utilización de plataformas tecnológicas como Global Entry a través de kioscos automatizados en los principales aeropuertos del país, para reducir los tiempos de espera que los turistas pasan en el área de Migración y Aduana. Este programa estará dirigido a viajeros procedentes de EU y Canadá, los dos principales emisores de turismo en México.

Pero las medidas anunciadas por la Sectur se pudieran antojar desalentadoras y poco efectivas por la persistencia de un gran desencanto entre las dependencias involucradas en el Gabinete Turístico, no obstante que es presidido por el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Sus titulares parecen no entender y no tomar conciencia que entre éstas  y el turismo hay una condena, y esa es la de entenderse y  trabajar conjuntamente con compromiso para hacer eficiente, racionalizar y crecer en forma exponencial el uso de los recursos públicos destinados al sector turismo, si es que se quiere avanzar en las acciones de la Política Nacional Turística para fortalecer la industria con mayor crecimiento, generadora de divisas, inversiones y fuentes de empleo. La competitividad es irrevocable y requiere de un todo. No hay de otra.