No todo en exceso es malo

por Redacción

Hace ya casi 15 años me montaba en un crucero junto con mi esposa Nenina, donde un gran grupo de amigos quintanarroenses, organizados por la doctora Gracia Freitas, habríamos de viajar por el Mar Báltico durante las siguientes dos semanas. En ese crucero tuvimos la oportunidad de conocer a mucha gente, entre ellos una persona que me enorgullezco de seguir llamando amigo, el Arq. Miguel Quintana Pali. Tal vez por su siempre inalterable sentido del humor, con el que la oportunidad de hacer alguna broma no la deja pasar, aun y si el personaje a bromear sea él mismo. Miguel y yo desarrollamos una relación de amistad que se ha mantenido por todos estos años, aun cuando nuestras responsabilidades no nos hayan permitido una frecuente convivencia.

Conocer a Miguel Quintana ha sido uno de mis más grandes privilegios en estos años, escucharlo siempre con atención, uno de mis más grandes aciertos, y aprender de él, uno de mis más grandes beneficios de ser quintanarroense.

Y entre muchos, uno de los más importantes aprendizajes que he cosechado de esta relación con Miguel Quintana es que no todo exceso es malo.

Miguel Quintana es, simplemente, un hombre de excesos. Miguel no puede dedicar ocho horas a su trabajo, tienen que ser tantas como su objetivo lo requiera. Miguel no puede hacer las cosas bien, las tiene que hacer sobresalientes. Miguel no puede crear un parque mágico, tienen que ser muchos. Miguel no puede solamente amar a México, lo tiene que ensalzar y honrar. Miguel no puede ser creativo, Miguel tiene que ser creador. Miguel no puede ser un hombre dedicado a lo que hace, tiene que entregarse con pasión a esa tarea. Miguel no puede soñar nada más, tiene que ejecutar ese sueño. Miguel no puede nada más ser feliz con lo que hace, tiene que hacer feliz a la gente que lo acompaña en esa tarea. Miguel es un hombre de excesos. Miguel no conoce límites ni los aceptaría.

Tierra de hombres que han llegado guiados por su ambición, su trabajo, su dedicación y su esfuerzo, Quintana Roo tuvo el privilegio de adoptar a Miguel Quintana, pero más importante aún, ser adoptado por Miguel Quintana.

Con motivo del 25 aniversario del Parque Xcaret, esta revista Latitud 21 rinde un humilde homenaje a ese hombre que Quintana Roo se enorgullece de llamar hijo y yo me enorgullezco de llamar amigo. Y cualquier homenaje y reconocimiento que hagamos a tu trabajo y a tu obra Miguel Quintana, no será suficiente ni será un exceso, y si así fuera, ya aprendimos que no todo en exceso es malo. Gracias por tu amistad. Dios te bendice Miguel.

 

 

Eduardo Albor
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