Escribo estas líneas a pocas horas de haber concluido la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) cuya presidencia pro-tempore recae actualmente en México. Hay que hacer un análisis sobre las implicaciones políticas y económicas de esta apuesta que ha hecho el gobierno del presidente López Obrador de retomar el liderazgo y ser la voz cantante en la región. Vivimos una difícil coyuntura global por los efectos del Covid, la crisis migratoria que afecta a los países del Triangulo Norte y el relanzamiento del Diálogo Económico de Alto Nivel con Estados Unidos y por ende el dilema de qué tanto nos ve Washington cerca de la izquierda radical y partidarios de gobiernos antagónicos al suyo. La gran pregunta es si nos conviene apostarle en su totalidad hacia el norte, como lo marca nuestra balanza comercial, o hacia el sur.
La CELAC nació en Caracas en 2011 como mecanismo intergubernamental para el diálogo entre los 33 países de América Latina y el Caribe. Lo cierto es que siempre buscó hacerle contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), visto como un brazo operador de Estados Unidos.
La presidencia pro-tempore de nuestro país se da en un momento complejo, no sólo porqué los países que conforman este bloque son los que peor les ha ido con el Covid. La región vive un momento de cambio político sin precedentes entre la izquierda y la derecha que ha trastocado el actuar de una sociedad civil cada vez más participativa, y, por si fuera poco, Centroamérica vive la peor crisis de migración irregular e inseguridad. La apuesta del canciller Ebrard era primero mostrar músculo en la convocatoria y aunque el espectáculo se lo llevaron Cuba, Venezuela y Uruguay, los acuerdos finales de la CELAC muestran que la Cancillería Mexicana entendió bien la coyuntura, sacó temas rasposos de la agenda -como la desaparición de la OEA- y en el discurso de Obrador se incorporó la necesidad de profundizar la relación económica con América del Norte.
Nuestra presidencia concluirá en dos meses y la retomará Argentina, otro gobierno de izquierda con cuyo presidente López Obrador tiene buena relación.
AMLO se sintió cómodo con los discursos antagónicos de sus colegas, es su espacio de confort, siempre lo ha sido. Pero también noto a un presidente que en estos primeros tres años de gobierno ha llegado a entender tanto con Trump como con Biden que nuestros intereses comerciales y geopolíticos, así como nuestra vecindad y seguridad están anclados hacia el norte; quizá su ideología no lo esté, el gran reto es un balance entre ambos.
Postdata. En su primera reunión con las compañías navieras de Estados Unidos, la alcaldesa de Cozumel, Juanita Alonso, les garantizó diálogo y entendimiento para dar seguimiento a lo que se alcanzó en los últimos tres años. Una buena noticia sin duda.
- Reporte Washington
- CEO de Global Nexus
- Analista y Consultor Internacional
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