POR ISABEL ARVIDE
Entre tantos insultos, descalificaciones públicas que en otro país acarrearían la cárcel, se les olvida que Andrés Manuel López Obrador es un político muy sagaz, muy inteligente, que siempre se guarda el siguiente movimiento. Ponerse a las patadas con él, independientemente del poder presidencial, es una ecuación equivocada. Doblemente errónea si tienes dinero, propiedades que no corresponden a tu profesión, a la lógica elemental de tus ingresos.
Carlos Loret de Mola es un ciudadano, lo que le reduce las obligaciones de transparentar sus ingresos y sus propiedades. Sin embargo, como el resto de los ciudadanos mexicanos, tiene la obligación de declarar estos ingresos, si es que son lícitos, y pagar impuestos sobre el monto que reciba. Esto, a través de facturas que deben o no, según el concepto, llevar IVA.
Imposible a estas alturas del control del SAT, imaginar que un sueldo, un pago de honorarios como periodista puede salir de una empresa legalmente constituida sin una factura, recibo, de por medio. Lo que, obligadamente, implica una declaración a Hacienda.
Hasta los gánsteres norteamericanos han sido detenidos por los impuestos que omitieron.
Y esa es, tiene que ser, la carta que se guarda López Obrador.
El reportaje sobre la casa de su hijo en Houston es una patada en “santa sea la parte” por parte del periodista que se ha asumido como enemigo político del primer mandatario. Mal estructurado y peor sustentado, no consiguió sino golpear por golpear, innecesariamente, vilmente.
Sin sentido periodístico, en toda la extensión de la palabra. Porque José Ramón no es funcionario público. Punto. No lo es por decisión propia, como también lo fue vivir fuera del país. Sería ridículo que a cambio de “contratos” le hubiesen “prestado una casa”, es decir, le hubiesen permitido vivir en ésta sin pagar renta; es como de niños.
Sobre todo, porque hablamos de muchos millones de dólares. La corrupción no tiene, no podría tener nunca, esos precios.
Loret tiene propiedades que miles de periodistas, la inmensa mayoría de periodistas mexicanos no imaginamos siquiera poder comprar. En México y en el extranjero. Explicar su procedencia es tema menor, no es lo que le interesa al presidente agraviado; los impuestos, los que ha pagado, los que no pagó, los que debió pagar… ahí está lo importante.
El departamento de Miami, ¿de dónde salió?… esa es la verdadera pregunta. ¿Cómo se pagó? ¿En qué momento salió dinero de México a Estados Unidos? Y todo lo que hay implícito en esto.
Loret no ha hecho ninguna aclaración fidedigna sobre los famosos 35 millones de pesos que habría ganado; no sabemos si también facturado, o si únicamente facturado, en 2021. La forma de hacerlo es la que tendríamos cualquier periodista del montón, columnista o editorialista, incluso dueño de revista, transparentar nuestros ingresos. Si son legítimos no importa cuánto sea, sobre todo porque no hay forma de llegar a las cantidades que se le señalan al socio, amigo y/o empleado de Roberto Madrazo.
¿Cuánto debe ganar un periodista? Todo lo que sea legítimo, legal, lo que pueda demostrar que no corrompe su oficio periodístico. Esa es la teoría, y también la tesis, el mensaje que comunica excelentemente el presidente. Lo demás, todo lo demás… ya sabemos qué es. Y, sobre todo, ya López Obrador sabe de dónde proviene.
Para golpear a un poderoso hay que estar dispuesto a recibir golpes, a medir antes hasta dónde puedes recibir estos golpes, y vaya que Loret de Mola, como tantos otros, se han equivocado en juzgar a López Obrador… que de cabrón a cabrón, le sobran muchas mañas…