No fue una simple remada: fue un conjuro al cielo. La Travesía Sagrada volvió a hacer vibrar las aguas del Caribe, con 360 almas cruzando desde Xcaret hasta Cozumel para rendir tributo a Ixchel.
El recibimiento en Chankanaab fue todo menos rutinario: música ritual, abrazos salados y danzas que tejieron pasado con presente. El evento, organizado por Grupo Xcaret y respaldado por la Fundación de Parques y Museos de Cozumel, fue mucho más que espectáculo: fue herencia viva.
El Mercado Maya, los cantos, los tejidos, los niños corriendo entre aromas ancestrales… todo fue parte de una escena que recordó que cultura y turismo pueden caminar de la mano. Los canoeros emprendieron el regreso con peticiones en el alma y bendiciones en la proa. Y luego, los despidieron rumbo a casa, con la certeza de que sus plegarias —por salud, cosecha o armonía— fueron escuchadas. En cada remada iba un pueblo, su historia y su esperanza.