Escribo esta columna a horas de que la presidenta-electa de México presente los nombres iniciales de su gabinete. Alrededor de esta coyuntura y como cada fin de sexenio y en vísperas del arranque del nuevo gobierno emergen opiniones, rumores y demás sobre el futuro de la Secretaría Federal de Turismo y el perfil del próxim@ titular. Estamos frente a una enorme oportunidad de replantear la conducción de la política turística para los próximos años. Mi análisis toma como contexto algunas premisas de cómo es visto desde el exterior el sector de viajes y turismo de nuestro país, derivado de los cambios que se hicieron hace seis años; al robustecimiento que se dio a otras áreas del gobierno para atender proyectos insignia del presidente López Obrador -relacionados con turismo-; y a la coyuntura bilateral de cara a cambios en Estados Unidos después de la elección de noviembre.
La promoción turística corre actualmente en dos pistas en paralelo. Por un lado, lo que ha llevado a cabo la Sectur, a través del programa “Toca Puertas” en varios rincones del mundo, su participación en ferias internacionales y reuniones con actores internacionales de la industria que visitan nuestro país. El segundo carril pasa por la Secretaría de Relaciones Exteriores y nuestras embajadas y consulados en el mundo, que sin dirección clara y sin presupuesto hacen un esfuerzo mayúsculo. En cuanto a la contención de crisis, no hay estrategia y ha recaído en las agencias de relaciones públicas que ciertos destinos pueden contratar y algunos gobernadores y secretarios de turismo que se han convertido en voceros cuando el caso amerita.
El control de las fuerzas armadas en proyectos insignia como los aeropuertos de la Ciudad de México, Tulum, entre otros y la construcción y operación del Tren Maya han dejado vacíos de comunicación hacia el exterior. Cito un caso muy concreto, a las líneas aéreas norteamericanas les interesa muchísimo abrir frecuencias a Tulum, pero no hay quién en el Ejército los atienda y conteste sus dudas.
Tercero, el clima de inseguridad empieza a encontrar eco en rincones clave de Washington y sobre todo en medios de comunicación y audiencias muy conservadoras en medio de un ambiente de alta crispación política de cara a las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Esta narrativa de que “México es peligroso para viajar” empieza a reproducirse en importantes mercados emisores de turismo como Texas, Wisconsin, Georgia, entre otros.
La persona que quede al frente de Sectur deberá atender las inquietudes de los gremios del sector, quienes no han sentido apoyo del gobierno que está por terminar. Urge una “desempolvada” de la Sectur y alguien que pueda entender las diferentes fuerzas e intereses del sector (el rol que juegan los gobernadores y Asetur, por ejemplo).
Es imperativo revisar el rol que estará jugando la Secretaría de Relaciones Exteriores y cómo se puede robustecer el músculo promotor y de contención de crisis en el extranjero. Será clave encontrar la fórmula adecuada de trabajo entre las fuerzas armadas, el sector privado y el gabinete económico del próximo gobierno.
Urge un titular de turismo que entienda no solo la importancia económica del sector si no que pueda atender las inquietudes de los últimos años y que entienda la necesidad de insertar al turismo en la agenda internacional del nuevo gobierno.