Llevamos semanas en incertidumbre, ¿Aprobarán o no el tema de elegir jueces? ¿Nuestros diputados serán capaces de ver objetivamente los beneficios y los perjuicios de esa situación sin involucrar acuerdos político-partidistas? ¿Hacia dónde nos llevará esa decisión como país?
Bueno, pues ya tenemos respuesta a esas preguntas, ¿Y ahora qué sigue? La analogía que me viene a la mente es la de la famosa rana que se cocina a fuego lento. Todos tenemos esperanza de que reine la cordura y se priorice el bien como país, pero a lo largo de este sexenio se ha venido demostrando lo contrario una y otra vez. ¿Cómo podemos hacer planes?, ¿Cómo podemos dar certidumbre a inversionistas?, ¿Qué repercusiones tendremos en el seguimiento de juicios?
Los expertos en el tema han dicho fuerte y claro que no es una situación idónea. Entonces ¿por qué nuestros diputados la aprueban? Por un tema político…. Y mañana que nuestro país esté sufriendo esa decisión ¿Quién será responsable?
En mi corto entendimiento, los puestos de elección popular se basan en, exactamente, eso ‘la popularidad’, no en las capacidades, no en los valores o en la trayectoria. Hemos demostrado como país nuestra profunda ignorancia al momento de elegir a nuestros líderes. En lugar de optar por gente con credenciales, currículo, experiencia o liderazgo, votamos por el exjugador de futbol, la artista o el que tiene la canción más pegajosa. Sin denostar a esos personajes, pero ¿Cómo puedes esperar obtener un buen resultado en un puesto, si estoy eligiendo a la persona por popularidad?
Tengo mucho miedo, miedo por mi país, miedo por las decisiones que tomamos y que nos pueden llevar a una espiral de desatinos, miedo de perder esta libertad que hemos construido, miedo por mi negocio, por mi familia, por el futuro.
La historia nos enseña lo que un líder sin valores y sin escrúpulos puede hacer con un país, lo hemos visto cientos de veces y tenemos ejemplos tangibles. Lo único que podría ayudarnos es que la sociedad civil organizada haga contrapesos y genere un llamado para pedir cuentas y resultados. Como ciudadanos debemos dejar de lado las ideologías y ver por las consecuencias futuras de las acciones presentes, unirnos y hacernos fuertes, porque de pronto empezaremos a deportar, a encarcelar y a matar a nuestros propios compatriotas.
No exagero, tantas veces en la historia se ha dicho ‘eso no puede pasar en nuestro país’, pero pasa, y luego viene el arrepentimiento histórico. ¿Cómo es que dejamos que eso pasara?