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El gobierno de Mara Lezama inició con una alineación muy clara a mantener la promoción turística del estado, de manera intensa y frontal; sin embargo, aparentemente también tendrá un golpe de timón en los conceptos y estrategias que marquen una diferencia con la anterior administración.
De entrada, la distancia se debe marcar ante la escandalosa deuda con que se quedó el Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo (CPTQ); pero no sólo en eso se marcará distancia, si bien el Caribe Mexicano seguirá presente en la promoción, no será la bandera principal.
Se le dará la “portada” a las marcas insignia: Cancún y Riviera Maya, y bajo esa sombrilla se promocionarán los demás destinos.
Aún nos preguntamos qué tan rápido se moverá esta nueva estrategia, aunque lo más seguro es que inicie el próximo año en FITUR, la feria española que habitualmente marca el arranque del trabajo de promoción de cada año.
Seguramente mucho se hablará del tema, pues se ha invertido mucho en posicionar la marca Caribe Mexicano, y en dar el mismo espacio en los pabellones a todos los destinos turísticos; lo que no es descabellado, como tampoco lo parece el que se piense que “Cancún”, que es la marca mexicana más conocida del mundo, abra más puertas.
El PDU
Que gran dilema el Plan de Desarrollo Urbano (PDU) de Benito Juárez, aprobado en el Cabildo anterior y hoy detenido por un amparo.
Por una parte, estoy a favor de que no se desarrollen más proyectos en la Zona Hotelera; y por otro, siempre he sido partidario del desarrollo sustentable.
Sin embargo, parece que este PDU, y particularmente un proyecto que pretenden desarrollar en el hoy todavía campo de golf en Pok Ta Pok no son compatibles.
La pregunta es ¿cómo sí? Exacto, ¿cómo sí pueden construir más de 3 mil unidades en esa área con un proyecto sustentable?.
Siempre he pensado que Cancún tiene una vocación que no debe frenarse; debe ser atractivo al visitante, debe buscar hacer negocio, renovarse, mantenerse a la vanguardia, pero en dónde está esa delgada línea en la que la ambición provoca la vorágine.
Un ejemplo, el proyecto del WTC, a un costado del campo de golf Iberostar; en ese lugar se tumbaron dos proyectos porque la densidad de la zona no daba para más; los desarrolladores estaban resignados y comenzaron a vender predios para casas unifamiliares y uno que otro condominio de no más de tres o cuatro pisos; pues eso quedó en el olvido y hoy hay tres enormes edificios en lo que muy pronto será el WTC. La verdad me hace ruido y me golpea la vista, no sé si pueda acostumbrarme; al menos espero que termine siendo mejor visualmente y que como negocio sea próspero y genere desarrollo económico y muchas fuentes de empleo.
Ya basta
Lo que sí no creo que de ninguna manera es adecuado, son las concesiones de zona federal que se siguen otorgando para hacer desarrollos cada vez más invasivos, a un costado de la laguna. De por sí tenemos pocas ventanas al mar, para que ahora del lado de la Nichupté sólo veamos fachadas, y en el mejor de los casos, marinas. No abusen.