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Revista Latitud 21
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Mariana Orea

Que no nos coman el mandado

por Latitud21 Redacción 31 julio, 2014

La gastronomía no es un elemento complementario de la industria hotelera. Es en sí un producto de gran valor turístico que grandes potencias en la industria han sabido aprovechar y rentabilizar. Históricamente  Francia y España. Contemporáneamente Estados Unidos y,  sorprendentemente Perú, hace no más de una década, con lo que de hecho se logró colar en la geografía turística mundial, consiguiendo incluso hacer del ceviche peruano y su pisco sour una suerte de marca país, como en México los tacos y el tequila.

Pero a diferencia de Perú, México no ha gestado una política de Estado tendiente a llevar más allá algunos platillos insignia a un genuino fenómeno social, turístico y económico.

A partir del desarrollo culinario en el país andino, la gastronomía se colocó como el segundo factor de desarrollo, tras la minería, aun cuando sólo el 6% de su territorio sirve para la siembra de productos destinados a la alimentación (versus el 10.5% del territorio mexicano). Y aunque en ambos casos sus gastronomías fueron declaradas como Patrimonio Intangible de la Humanidad, mucho tenemos aún por hacer en este frondoso terreno y aprender que “la gastronomía puede llegar a incidir y remover conciencias” como bien lo han reconocido  célebres actores mundiales del arte culinario internacional, entre ellos los españoles Ferrán Adriá y Joan Roca, a propósito del fenómeno peruano, donde también la gastronomía está considerada como factor de orgullo nacional.

Habría que hurgar también en los mismos fogones de España, donde a partir de sus revolucionarias técnicas fundamentadas en la ciencia, la gastronomía incidió espectacularmente en el tema turístico abriendo un apetecible segmento “gastronómada” deseoso de conocer y experimentar.

Y en coincidencia, estos fenómenos alcanzaron su cocción a través de una Política de Estado, de la que México, desgraciadamente ha carecido sobre todo en el tema turístico.

Absurdo sería culpar del todo al gobierno. Ha sido también responsabilidad de la industria restaurantera organizada no potencializar a la segunda industria generadora de fuentes de empleo a nivel nacional, la que más emplea jóvenes, mujeres y madres solteras (con crecimientos por año del 3.67%); la que reporta ventas anuales por el orden de los casi 183 millones  de pesos, la que representa el 1.4% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 13% del Producto Interno Bruto Turístico, de acuerdo con el Inegi.

La iniciativa privada organizada a nivel nacional sigue cocinando la gastronomía como elemento cultural y turístico a fuego lento… Y en el Caribe mexicano, se dejó simplemente de cocinar, a pesar de sus gloriosos -pero fugaces- momentos de liderazgo e influencia en todo el territorio nacional a partir de la creación de conceptos clásicos y revolucionarios, muchos de los cuales han sido exportados a la capital y otras latitudes del país, y lo que más, al extranjero a través de grupos como Cambalache, Operadora Anderson´s, Rolandi… Todos ellos aprendieron a surfear en un mercado turístico por excelencia, a surfear en aguas turbulentas propias de una industria caprichosa y hartamente sensible…pero en individualidad, y llevando cada quien agua para su molino.

La tendencia hotelera All Inclusive por muchos repudiada y satanizada, y la que para muchos restauranteros “les vino a comer el mandado”,  es la que ha hecho entrar en conciencia a la iniciativa privada a través de la Canirac Cancún para reclamar su derecho de piso.

No es casual que Rafael Aguirre haya tomado la sartén por el mango en su calidad de actual representante de la Canirac Cancún. Tiene como mérito propio, contribuir con el 80% del ingreso financiero y con el 70% de la afiliación del organismo -aún en los peores capítulos de decadencia- a través de Grupo Mera. Conoce de la industria como consejero delegado de un corporativo exitoso, y tiene la actitud para compartir su amplio bagaje y hacer frentes para librar grandes batallas contra todos los inhibidores que han impedido el desarrollo de la restaurantería en el Caribe mexicano. Por principio, se ha dejado oír y ha encontrado eco en los grandes grupos.

Su principal cruzada será resolver de forma y fondo procesos burocráticos internos y externos, recuperar espacios en el seno de las cúpulas empresariales (CCE) y gubernamentales (Oficina de Visitantes y Convenciones), crear las condiciones con los tres órdenes de gobierno, y entonces, luego entonces comerse al mundo de un bocado para ser hilos conductores en la creación de políticas tanto estatales como federales, dado el liderazgo turístico de este destino, que lleven a la gastronomía a preservar su patrimonio cultural,  y a ofertarlo como uno de los más deliciosos productos turísticos de México antes de que, como el All Inclusive, los mercados emergentes como Brasil, Chile y Colombia, nos coman el mandado, pues están dando ya sus probaditas.

 

Réplica de una obra de ingeniería sustentable

por Latitud21 Redacción 30 junio, 2014

Fue en un paseo de reconocimiento de don Juan-Miguel Villar Mir a un pequeño poblado de pescadores en la costa sur de Cancún, allá por finales de los 80s, cuando descubrió un terreno al cual le vio grandes posibilidades. Pertenecía al portafolio de propiedades de la empresa española Huarte, que por aquella época, coincidentemente, adquirió. Le gustó tanto, que tomó la decisión de que ahí haría un importante proyecto algún día. Dos décadas después concretaría Mayakoba, el complejo de lujo de mayores dimensiones en Latinoamérica y todo un referente en materia de sustentabilidad en el ámbito mundial.

Juan-Miguel Villar Mir, nuestro personaje de portada, se reconoce como un conductor en temas turísticos, por el gran auge del turismo español a escala mundial y por la importancia económica que el sector conquistó en su tierra de origen, donde empezó a desarrollar con maestría ingeniería sustentable, en la Costa del Sol. Sin embargo, Mayakoba, como él mismo reconoce, fue el umbral de OHL dentro de la industria turística inmobiliaria internacional y la más ambiciosa de sus obras.

A partir de aquel descubrimiento del predio concretó otros negocios en el territorio, pero lo que más, un modelo sustentable ejemplar, de baja densidad, con una universalidad pocas veces lograda, donde la arquitectura y la ingeniería conviven plácidamente con el hábitat de la región, integrando manglar y selva a un sistema lagunar navegable como impronta de comunicación de todo el proyecto, que honra su rúbrica Mayakoba (ciudad sobre el agua) y a la peculiar geografía de la Península de Yucatán.

Esos canales, nueve kilómetros, los logró extrayendo medio millón de metros cúbicos de tierra para formar los caminos de agua, mismos que se utilizaron para formar el campo de golf y la construcción del bulevar a lo largo de la carretera Cancún-Tulum a manera de donación.

Mayakoba se logró con el respaldo de grandes expertos de ecología. OHL envió a 65 biólogos a vivir en ese pedazo de tierra para identificar sus características, su hábitat, y aún más importante sus vulnerabilidades. Delimitaron las áreas lejanas a la playa para construir y comenzaron desde los 90s la increíble tarea de preservar las ciénegas del manglar.

La sustentabilidad la replicó consecuentemente en su campo de golf, El Camaleón (by design Greg Norman), en el cual se utilizó césped paspalum elegido por expertos ecólogos y el equipo de especialistas a fin de ser regado con agua salobre.

En frioleros números. OHL invirtió en Mayakoba entre cinco y seis millones de dólares tan solo para la investigación, que se efectuó seis años antes de que las autoridades mexicanas otorgasen los permisos, por allá de 1999. Y ahí están los resultados, a la vista.

Y es decisión de Juan-Miguel Villar Mir replicar ese modelo de sustentabilidad, de clase mundial, en la segunda fase de su pedazo riverense a través de Ciudad Mayakoba, la primera comunidad residencial planeada y sostenible de la Riviera Maya. La inversión en el proyecto, de mil millones de dólares, es lo de menos. Su aportación es construir un modelo ejemplar en una zona que ha carecido de planeación, dotar de productos inmobiliarios residenciales y comerciales integrales inexistentes, incorporar un nuevo campo de golf de 18 hoyos como plus para promover el deporte entre residentes y procurar espacio de vivienda para la masa laboral que da soporte a Mayakoba.

La visión del marqués Villar Mir -a quien presumen como el amigo más cercano e incondicional de quien hasta hace poco tiempo fue el  rey Juan Carlos-, ha tenido esa visión de preservar lo que le ha dado al destino su poderío en la geografía turística internacional, su espectacularidad natural. Ha marcado las pautas medioambientales, incluso en lo que a leyes se refiere, para el desarrollo de otros complejos turísticos. Ha traído el único PGA Tour fuera de EU y Canadá para impulsar el producto golfístico en el destino… Pero sobre todo, ha sentado raíces para pertenecer, para ser parte de este suceso turístico, con un respetable compromiso que quisiéramos repliquen otros grupos hoteleros e inmobiliarios, llámense nacionales o internacionales, que han descubierto la mina de oro llamada Caribe mexicano con la firme intención de sobreexplotarla a cualquier costo…

 

[editor]mariana-orea[/editor]

 

 

 

El niño que debiera ser mimado

por Redacción 29 mayo, 2014

El Caribe mexicano merece atención puntual y cuidado especial. Su verdadero efecto ha sido demostrar que un desarrollo turístico de gran volumen es un auténtico polo de desarrollo regional al que hay que mantener y mejorar a toda costa, sin maquillaje ni postizos.

El hecho de que en Riviera Maya, por ejemplo, haya ya más cuartos de hotel que en el propio Cancún comprueba que éste sí fue un verdadero polo de desarrollo y hay que mantenerlo vivo, porque sin Cancún, ni la Riviera ni Quintana Roo, ni Yucatán, serían lo que son.

La numeralia que se ha gestado en Quintana Roo a partir del Caribe mexicano –y no la “alegre”- en 44 años lo han probado. Y eso es lo que los tres órdenes de gobierno deben alentar en la zona y en toda la República Mexicana.

El anuncio por parte del presidente Enrique Peña Nieto en lo concerniente a inversión en materia de infraestructura, cifrada en 7.7 billones de pesos, tiene una importante connotación en ese sentido, pues como él mismo aduce: “La experiencia internacional es clara, a mayor y mejor infraestructura hay más oportunidades de atraer inversiones productivas, generar empleo y mejorar los ingresos de las familias”… Y afortunadamente la industria turística se llevará una tajada de este friolero pull de recursos, y nuestro estado también.

México ocupa el lugar 64 de 148 países en materia de calidad de infraestructura de acuerdo con el índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial. Y es en esta materia donde el Caribe mexicano, y la Península de Yucatán, han estado resentidos.

La intención de la administración pasada de incrementar uno por ciento más al Impuesto al Hospedaje, de dos a tres, tendría ese sentido, el mejoramiento de la infraestructura turística, además de su promoción, aunque su implantación no tuvo el efecto deseado ni esperado. Es en esta administración con Roberto Borge a la cabeza donde este impuesto por muchos peleado –aunque el cargo siempre ha sido al presupuesto del turista- debe tener  una clara repercusión en ambos sentidos, que por sexenios han peleado a la federación en beneficio del estado que genera el 46% de las divisas que ingresan al país.

Al parecer la política turística federal no demerita lo que el Caribe mexicano ha rendido a la nación a través del concepto sol y playa. Es más, reconoce que ha sido bondadoso para traer grandes volúmenes de turismo, y repartirlo a entidades contiguas. De hecho, Quintana Roo genera el 90% del turismo a Yucatán, y un 40% a Campeche, aunque en ésta pudiera empatarlo.

Es entonces que valiéndose del rendimiento de Quintana Roo, más la suma de nueva infraestructura, es lo que le permitirá a la federación abrir otros centros turísticos integralmente planeados dentro de la península: Chichén-Itzá, Calakmul y Palenque, en los próximos cuatro años, junto con Teotihuacán, con una inversión cifrada en ocho mil 75 millones de pesos, como parte del plan para la consolidación del patrimonio Mesoamericano. Y todo apunta a repetir el milagro Cancún y Los Cabos: traer más divisas al país, más inversiones, proveer de más fuentes de empleo y desarrollo social en forma integral, y esta vez a través del concepto cultural, un producto con el que México ha logrado la empatía con el mundo entero… Y en efecto, con el Caribe mexicano como puerta de entrada.

Y estos sitios arqueológicos serán los detonantes turísticos de las entidades; sin embargo, habría que considerar en todo caso que aunque es determinante la decisión del gobierno promover la creación de nuevos centros turísticos, no será una cuestión que se materialice en un año, ni dos, ni tres, ni cuatro. Un proyecto turístico lleva años en la planeación, en la ejecución y todavía más años en posicionarlo en la geografía turística nacional y mundial… y muchos más consolidarlo.

Así que será  el Caribe mexicano el que estará sirviendo de apoyo para su concretización. Por ello debe cuidarse, mantenerse en su mayor nivel de competitividad. Si se recapacitara en los esfuerzos que se hicieron para fundarlo, crecerlo y consolidarlo, se entendería su complejidad, y no se  echaría a la suerte lo que ha logrado históricamente y en tiempo récord por sus bondades culturales, naturales y geográficas. El Caribe mexicano es un privilegio, al que hay que mimar.

 

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Cuando las cosas se hacen bien

por Latitud21 Redacción 30 abril, 2014

El turismo es estratégico en la economía de México. Todos los economistas del país han estado de acuerdo, de igual manera, en que no todo se resuelve con una visión empresarial. En algunos casos, como es el tema del turismo, se requiere de una visión de Estado.

Como bien refiere nuestro personaje de portada, Enrique de la Madrid, director general de Bancomext, Cancún y Los Cabos “son un muy buen ejemplo de lo que puede hacer un gobierno cuando hace las cosas bien y cuando se propone justamente encontrar motores de crecimiento en la economía”.

Fue en los años 60 del siglo pasado cuando el Banco de México, como banca central, se ocupó de jugar otro papel, independiente de sus responsabilidades tradicionales en la emisión de dinero y la tasa de interés, y ese fue el de encontrar estrategias que permitieran mayor número de empleo, mejores remuneraciones, entrada de divisas y desarrollo de regiones impedidas, como fue el caso de la Península de Yucatán.

El banco central insistió sobre la necesidad de corregir insuficiencia de ingreso de divisas a través de la creación de polos turísticos. Para ello requirió de la conformación de Infratur para dotarlos de infraestructura. Los actores de la banca estaban ciertos de que un buen proyecto atraería a la iniciativa privada para desarrollar hoteles sin intervención gubernamental.

El turismo prosperaba en el puerto acapulqueño, querían replicar el modelo en las espectaculares costas mexicanas, hartamente desaprovechadas, considerando que en la época la actividad turística empezaba a tocar las puertas de las islas caribeñas, y no desestimaron la oportunidad de concretarlo.

La mesa estaba puesta. Atractivos naturales, culturales y la vecindad con la principal potencia económica del mundo, y también emisora de turismo, EU. Y sucedieron los  milagros llamados Cancún, Los Cabos, Ixtapa, con gran impacto regional.

A 40 y tantos años, Bancomext no quiere ser espectador, quiere ser actor, y protagónico. Sabe de las fortalezas del país para continuar sumando milagros: la estabilidad de la macroeconomía nacional, cuyo resultado ha dado tasas de interés más bajas, para permitir financiamientos a precios competitivos, a plazos más largos y a un tipo de cambio atractivo.

Insiste en la privilegiada posición geográfica de México, y la vecindad con la economía más rica del mundo, y el segundo emisor más importante de turistas.

Como la banca central hace 40 y tantos años, reconoce los atributos naturales y culturales, con una destacada numeralia: México ocupa la posición quinta en el ranking mundial de patrimonio cultural, y el noveno en biodiversidad.

Sin embargo, también reconoce las deficiencias y lo que no se ha hecho bien. México perdió posiciones en el ranking mundial de la llegada de turistas. Pasó del séptimo sitio al 13. En lo que respecta a los ingresos por concepto de divisas, cayó del lugar 12 al 24 en el ranking mundial.

Con extrema seriedad, Bancomext se suma al Gabinete Turístico como uno de los artífices en la generación de una política de Estado. Con una envidiable salud financiera, pone la mesa a los inversores nacionales y extranjeros para que sean partícipes del fortalecimiento turístico nacional.

Lo mismo a todos los actores de esta industria para nuevas inversiones, remodelaciones y expansiones. No tiene límites de financiamientos para el sector, en solitario o de la mano de la banca comercial, con garantías  de hasta el 75%.

Sí. Bancomext ve al turismo como uno de los motores  de crecimiento económico que requiere el país. Genera 2.4 millones de fuentes de empleo, y participa con el ingreso de alrededor de 13 mil millones de dólares de divisas.

Se sabe necesario para sostener los centros turísticos existentes, los de nueva creación y para seguir repuntando inversiones… Lo tiene todo. Faltará en todo caso la suma de voluntades para la creación, con seriedad, de una política de Estado para hacer las cosas bien.

[editor]mariana-orea[/editor]

 

 

Mujeres divinas

por Latitud21 Redacción 31 marzo, 2014

 

Durante más de una década la fuimos postergando. Los 44 años de la conformación de Cancún fueron propicios para reconocer su trascendencia… y su influencia, no mediática pero sí decisiva y definitiva en la promoción de políticas turísticas, de comercio internacional y de temas sociales, en la construcción de un destino que eligieron como propio hace cuatro décadas.

La selección de nuestras cinco mujeres de portada involucró a una decena de medios de comunicación especializados en negocios y turismo de Quintana Roo y Ciudad de México, que coincidieron en considerarlas en el top five dentro de un universo de 20 mujeres destacables del ámbito empresarial, turístico y político de Quintana Roo.

Son ellas autoras intelectuales de conceptos vanguardistas, que engrosan los clubes de producto para la diversificación de mercados, los cuales requirieron de nuevas normas y regulaciones para su implantación.

Han avanzado en medio de crisis económicas, desastres naturales e incluso una alerta epidémica, y no han pecado de ser voces desautorizadas. Se han fajado bien la falda y el corsé para alzarla aun con riesgos y pagando altos precios para no dejarse devorar por la globalización, ni por el encanto del poder o por la burocracia.

Se hablan al tú por tú con actores gubernamentales federales, estatales y municipales. También con homólogos internacionales y nacionales de sus respectivas industrias. Y lideran, independientemente a los papeles que las han puesto en la escena pública -a pesar de su alergia al famoseo-, fundaciones filantrópicas, en la construcción de un mejor mundo en igualdad de género y equidad de condiciones sociales.

Son cinco mujeres que han alcanzado el éxito con base a largas y desgastantes jornadas aun en la cumbre de su trayectoria empresarial y política. Predican con el ejemplo, y reconocen su éxito en el capital humano que les ha acompañado.

Son fervientes creyentes de este paraíso inventado, al que defienden a capa y espada ante los atentados de propios y extraños.

Iniciativas como la devolución del IVA para el impulso del segmento de compras, como el cambio de huso horario en pro del ahorro energético o contra la trata de personas en defensa de los menores de edad y las mujeres; inclusión de segmentos de mercado opcionales y sin discriminación; promoción a la integración regional turística, son algunas de las grandes batallas que han librado y por las que han conseguido grandes hazañas.

Son pioneras en el desarrollo económico del Caribe mexicano, y sus decisiones han sido una constante para tomarle el pulso. Son cinco, en coincidencia, las más influyentes, y que guardan vigencia a 44 años de la creación de Cancún…

[editor]mariana-orea[/editor]

Pelea Título Mundial

por Redacción 28 febrero, 2014

 

Me declaro afecta al box. De hecho lo practico dos veces por semana. Hace más de una década lo descubrí accidentalmente cuando me estacionaba, literalmente, en las funciones televisivas sabatinas…

Luego me inquietaron las peleas boxísticas organizadas por Pepe Gómez. Fui como espectadora a la primera pelea en el Cancún Center; asimismo a las realizadas en la Plaza de Toros: History in Cancún y Noche de Campeones, y después a la pelea en Xcaret, ya en calidad de periodista.

En la segunda tuve oportunidad de entrevistar al propio promotor amateur, cuyo boleto al cuadrilátero pugilístico fue fortuito al patrocinar a un boxeador con un par de tenis. Era Rudy López. “Este muchacho empezó a ganar funciones en peleas de box; yo lo fui llevando, lo fui administrando, y también lo asesoré económicamente. Le dimos todo lo que necesita un atleta de alto rendimiento para llegar al objetivo final, que es un título mundial… Ahí empezó la historia”…

Las reveladoras declaraciones que me hicieron entonces a la par don José Sulaimán y Don King en relación con la potencialidad que tenía Cancún para desbancar algún día a Las Vegas se me hacían un tanto descabelladas. Ambos coincidieron en que Cancún pudiera ser una importante plaza para el mundo del boxeo, pues lo tiene todo: inigualables playas y arena, cultura, gastronomía… Sin embargo, también coincidían en que lo tiene todo excepto algo más importante que los casinos, una arena de box.

Nunca he dudado de los atributos y de la competitividad de nuestro paraíso. No. Fue mi ignorancia de lo que representa esta millonaria industria. Un interesante dato en este sentido. History in Cancún tuvo alrededor de 600 millones de televidentes en América, Europa, Asia, África y Oceanía. El costo beneficio de  la función fue de mil 207 millones 825 mil pesos, de acuerdo  con el estudio realizado por la empresa de monitoreo, síntesis y análisis informativos RTV & Press News, y fue cubierta por cinco mil 991 medios nacionales e internacionales de prensa escrita, radio y televisión en los cinco continentes. Un total de 250 millones de personas contrataron el Pago por Evento de la cadena Home Box Office (HBO) para ver la transmisión de la función boxística.

Ambos monstruos del boxeo lo sabían. Cancún se les apetecía como una importante plaza para revivir el proyecto boxístico nacional. Y lo consiguieron. A partir de que nuestro destino subió al cuadrilátero, el pugilismo despertó nuevamente el interés de las principales televisoras nacionales y de una de las más influyentes de la Unión Americana, y su regreso a la pantalla chica tuvo un impacto abrumador.

Y sí, con casi una treintena de peleas de gran peso, un par de convenciones de box mundiales y con la mira mundial sobre sí, ha despertado a un mundo de posibilidades para consagrarse como una de las más atractivas arenas del planeta de una industria avasallante, cuya afición procede de un mercado adquisitivo de gran peso y del principal mercado emisor de México, EU. Ya se ve su impacto tras estos eventos en el incremento de ocupación hotelera, de asientos aéreos y el aumento en el cheque promedio de compras. Es una élite fuerte, leal y seguidora. Este impacto tuvo un importante efecto en la industria hotelera para dotar de la arena de box al destino.

Dos importantes grupos quieren también subirse al cuadrilátero pugilístico: Grupo Palace, de Pepe Chapur, cuya inversión rondó  la friolera cantidad de entre 15 y 20 millones de dólares, y antecediéndole con una inversión conservadora, tres millones de dólares, Grupo Oasis, del empresario Pedro Pueyo.

Ahora sí Cancún lo tiene todo para pelear por su título mundial.

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