Desde el día uno de la crisis, el plan del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín, incluye el proyecto de recuperación, el cual está listo con una campaña que será intensa y dirigida a segmentos primarios para que el mensaje llegue directo; escuchamos planes, proyectos, proyecciones, posibles fechas de aperturas y certificados de sanidad. La pregunta es ¿para cuándo?
Las empresas no aguantan mucho más, y para colmo el presidente se molesta cuando los empresarios gestionan sus propios créditos, ante la negativa de su gobierno de lanzar un “salvavidas”. Los acuerdos con el gobierno estatal para hacer frente a la nómina llegan a mayo, y para junio apenas iniciaremos la escalada de aperturas. Pero ojo, una cosa es que estemos abiertos y otra que haya quien quiera vacacionar en medio de la pandemia.
Para los destinos turísticos la reactivación será doblemente complicada: primero convenciendo a los posibles turistas de que aquí tenemos controlado al virus, después el temor de trabajadores y población de que el turista sea portador del virus.
No se ve muy claro, pero no se puede esperar más allá del uno de junio: los hoteles deben abrir y debe haber vuelos disponibles para que las agencias y touroperadores puedan vender. La reapertura será lenta, muy lenta, pues el dinero no va a fluir rápidamente como cuando pasa un huracán.
Todo será paulatino, habrá de prevalecer la paciencia; los cálculos más audaces no deben sobrepasar de un 30% de ocupación para el verano, y una vez caminando llegar al 50% para diciembre.
El turismo doméstico sin duda debe ser el primero en llegar, y ya operando generar la confianza de los otros mercados. Y ahí es en donde está el otro problema: las líneas aéreas. Interjet ha sido incluso embargado, a pesar de que en algún momento el presidente dijo que le ayudaría con lo que fuera posible; Volaris, VivaAerobus y Aeroméxico tendrán que salir sin ayuda del gobierno.
México es la excepción mundial; las más poderosas líneas aéreas han recibido ayuda de sus gobiernos, aquí habrá que inventar para reactivarse. Lo que nos preguntamos es, ¿cómo los ‘monstruos’ Delta, United, Lufthansa, Air France e Iberia han tenido que recurrir a un salvavidas gubernamental como última opción y en México van a sobrevivir?