Culminó un proceso electoral más en el país y una vez más se demostró el poco interés de la sociedad por cambiar las cosas, una vez más la sociedad demuestra ser cómplice mudo del mal gobierno y de las malas prácticas del sistema que prevalece y nos gobierna.
Es verdad que hay molestia, enfado, desencanto y apatía generalizada en consecuencia, pero la abstención no es la manera más apropiada de cambiar las cosas para mejorar. Solo el 47% del padrón electoral de la nación se presentó a las urnas el 7 de junio, es decir que más de 44 millones de mexicanos se quedaron en su casa observando pasivamente. Esa pasividad en el proceso electoral es una clara muestra de cómo se comportan los mexicanos ante el escenario de corrupción, opacidad, y en algunos casos hasta desgobierno que nos aqueja cotidiana y sistemáticamente.
La gente se queja por sistema, llora y se lamenta y ahora gracias a las redes sociales vierte sus penurias, sus reclamos, sus inconformidades y hasta denuncia y calumnia vehementemente, pero poco o nada participa como sociedad organizada en esfuerzos reales y consistentes para generar cambios que nos permitan una mejor calidad de vida, un escenario más justo, un mejor país.
Critico al mal gobierno y las malas prácticas, denuncio la corrupción y señalo a los abusivos y represores en este y otros espacios, me expreso con vehemencia en contra del sistema y manifiesto mi hartazgo. Sin embargo, desde ahora, criticaré en su lugar a la sociedad, el eterno cómplice mudo del mal gobierno.
No penséis mis ocho lectores que seré complaciente con las malas prácticas del mal gobierno, simplemente me parece justo decir que poco o nada hacemos como sociedad, que poco o nada ejercemos como ciudadanos y que la participación es paupérrima cuantitativa y cualitativamente.
Ciudadanos por la Transparencia, por ejemplo, una de las iniciativas en las que participo jubilosamente desde hace poco, se trazó entre sus metas el crear espacios para la participación ciudadana, ya que está claro que se requiere de ella para impulsar, fomentar y demandar la transparencia en el aparato gubernamental y es, ante tan loable y trascendente objetivo, que me pregunto y le pregunto a mis colegas, ¿cómo lo haremos ?… ¿Cómo lograr que la ciudadanía participe activamente?, ¿Cómo conseguir la cultura de la denuncia, del cuestionamiento responsable, de la observación comprometida?… ¿Cómo erradicar la apatía?…
Los mexicanos se quejan airadamente, opinan, critican y hasta se atreven a formular creativas e ingeniosas iniciativas, pero no son capaces en su enorme mayoría de participar activamente en las organizaciones de la sociedad civil creadas justamente para promover un cambio en el statu quo.
La sociedad se queja de sus gobernantes, pero pocas veces se reflexiona por ejemplo en que las ciudades son una muestra tangible de cómo son y cómo se comportan sus habitantes. Si hay basura en las calles, son los ciudadanos los que la generan; si hay tránsito y caos vehicular, más allá de la pésima planeación, los ciudadanos, automovilistas, desarrollos, inversionistas y transeúntes lo generan de alguna manera; si hay deterioro en la imagen urbana, son los mismos habitantes de un pueblo quienes lo propician. No obstante, todos esperan que el gobierno lo resuelva, sin estar dispuestos a contribuir y sin detenerse a reflexionar en la participación protagonista que tenemos en la construcción del entorno en el que vivimos.
La ciudad que tenemos la construimos o la destruimos todos juntos, día con día. Para cambiar a México no basta con criticar a los políticos y al mal gobierno, hay que participar, desde la casa, el trabajo, la escuela, desde la enseñanza a hijos y nietos, construyendo con el ejemplo, la palabra, los hábitos. Hay además grandes espacios de participación ciudadana desaprovechados y también responsabilidades y compromisos que tomar.
Si bien gobierno y partidos políticos han demostrado su ineficacia, su nulo compromiso con el pueblo, y su arrogancia llega a niveles insospechados; no podemos decir que no haya democracia, ésta quedó demostrada en las pasadas elecciones. Hubo de todo, alternancia, un candidato independiente ganador, elecciones cerradísimas en un par de estados y un congreso multicolor, entre otras cosas; sin embargo, no estamos contentos, y en gran parte porque no participamos suficientemente.
La sociedad debe dejar de ser cómplice mudo si queremos cambiar a México.
Nunca mejor el nombre de esta columna… Al Buen Entendedor…