El título debería decir no solo anunciados, sino iniciados. Por supuesto me refiero a esas tres grandes obras tan esperadas: la rehabilitación del Blvd. Colosio (que no debería llamarse así), el distribuidor vial del aeropuerto, mejor conocido como “el puente del aeropuerto” y el puente sobre la laguna Nichupté, que conecte la zona urbana de Cancún con la zona hotelera.
Los tres anhelados, los tres muy esperados desde hace años, los tres indiscutiblemente muy necesarios para Cancún, su movilidad y su competitividad.
Por supuesto que se reciben con aquiescencia, luego de casi 20 años sin obra pública de relevancia en el Estado.
Lo político
Desde luego que nunca sabe bien, que se guarden los grandes proyectos, sobre todo los necesarios, para anunciarse y emprenderse cuando mejor conviene al escenario y el entorno político. La rehabilitación del mal llamado Boulevard Colosio, o su remodelación, como se le quiera llamar, es algo que los cancunenses hemos reclamado por años, que no se llevaba a cabo por falta de voluntad, por mezquindad política, por falta de visión y además por falta de compromiso con la ciudad, de tantas y tantas administraciones municipales. Mal haríamos ahora en quejarnos por las obras, cuando al fin “nos hacen caso”, aunque nos quede claro que tenga tintes y oportunismos políticos. Pareciera inoportuno el momento, ante la impresionante temporada alta que vivimos y lo inconveniente de las obras, pero es, al fin y al cabo, infraestructura para la ciudad y para el estado, que sin duda se agradece y es bienvenida, aunque tenga un alto ingrediente político.
Lo positivo para Cancún
Sin duda, algo que Cancún ha explotado bien siempre, es el hecho de su constante evolución. Las obras viales que se han emprendido son y serán sin duda motivo para presumir ante los mercados emisores y ventaja competitiva frente a otros destinos del caribe internacional. La inversión, infraestructura, la mejora y el embellecimiento son sin duda argumentos no solo de promoción, sino de mejora en la calidad de vida para la población, aunque por hoy tenga que soportar las tremendas incomodidades que las obras implicarán.
La parte operativa
En lo operativo es preciso que el Gobierno, en sus tres niveles, opere adecuadamente en la implementación de medidas que aminoren las cargas vehiculares, que instrumente vías y medidas alternativas y que comunique en tiempo y forma.
De la sociedad se espera, que aún en medio de las molestias y el caos, sea receptiva, empática, comprensiva y cooperativa.
En cuanto al turismo, es menester que hoteles, tiempos compartidos, agencias de viajes y todos los actores instrumenten operativos en los que se privilegie la anticipación en tiempos y horarios para evitar en lo posible demoras, retrasos e inconvenientes mayores. Será esta una nueva realidad por más de 15 meses.
La comunicación
Una sociedad bien informada, si bien sufrirá los inconvenientes, podrá entender que al final redundará en su beneficio. Es imperativo que el Gobierno utilice todos los medios a su alcance y disposición para comunicar debidamente al ciudadano, no sólo los beneficios, sino las implicaciones, los alcances y las alternativas que tenga en materia de movilidad, durante el periodo que impliquen las obras.
De cara al turismo es imprescindible una campaña de marketing dirigida tanto a los mercados emisores, como a los turistas en casa, que explique con claridad que estos son proyectos de mejora para el destino, que informe de los alcances, de los impactos y de los beneficios, en idiomas, con toda oportunidad y continuidad.
Los proyectos no deberán ser una sorpresa desagradable, sino un anuncio oportuno de que Cancún está mejorando siempre.
Al Buen Entendedor…