- Mirada empresarial
- Inna German Gómez
- Empresaria
- @Innagg
El trending topic de varias redes sociales; bueno, de noticias que afectan la economía y el desarrollo de un país, ya que el otro sería el cambio de apellido de JLo, cosa que me parece bastante irrelevante, cuando tenemos una situación complicada que se está cocinando. Pero así somos, nos entretenemos y terminamos olvidando lo importante.
Parte de la educación que recibimos nos dice que es importante cumplir los acuerdos y máxime si estos han sido puestos en papel y firmados. Cuando una empresa firma acuerdos, contratos y cumple cabalmente, su capital intangible incrementa; será más fácil en el futuro cerrar contratos y obtener clientes, ya que esa empresa es confiable. Igualmente aplica para las personas, cuando se cumple lo prometido, transmitirá una mayor confianza.
Pero imagino que para muchos políticos esa no es la regla; en mis años de pertenecer a la sociedad civil organizada he transitado por la buena voluntad, e incluso, con firma de por medio, en acuerdos y compromisos, muchos de los cuales no son realizados. De hecho, hasta chistes y memes tenemos de las promesas de campaña; la palabra del político es nula. Sin embargo, al obtener el cargo y la representación, debieran considerar que la situación cambia, ya que su palabra ahora representa una ciudad, un estado o hasta un país. Si nuestro ciudadano presidente no estaba de acuerdo en las cláusulas establecidas en el T-Mec no debió firmarlo, pero al firmarlo aceptó y empeñó el nombre de todo un país.
Así que lanzaré una pregunta al aire: ¿Cuánto vale la firma del presidente de un país? Híjole, ¿Será que valga en función al PIB del país, o tal vez en las reservas? La verdad, considero que el valor monetario no puede atribuirse al valor de una firma; realmente la firma vale en función a la confianza en el cumplimento de lo pactado con el firmante (que en este caso es todo un país).
México empeñó su palabra por medio de su representante en un acuerdo; nuestro representante simplemente debe cumplir o en su caso negociar abiertamente si solicita o sugiere cambios; pero si la contraparte no está de acuerdo, ya está firmado y pactado.
Me sorprende que quiera hacer creer a nuestros ciudadanos menos documentados que al incumplir el tratado está ‘luchando’ por la soberanía nacional, cuando sería todo lo contrario. Nuestro presidente firmó y en caso de no honrar su palabra, está atentando contra la confianza que como país proyectamos. Tanto nos jactamos los mexicanos que nuestra ‘palabra es la ley’, entonces hay que hacerla valer; el presidente debe dejar sus ideas personales, sus costumbres y hasta su falta de valor en el cumplimiento de compromisos, porque ya no es sólo su persona, es nuestro país al que representa.