- Nelly García
- ngarcia@latitud21.com.mx
Aquí estamos otra vez, con 75% de ocupación hotelera… pero 40% de ocupación hospitalaria con pacientes contagiados de Covid-19. Con varios sábados consecutivos del Aeropuerto Internacional de Cancún por arriba de 550, los mejores números desde que inició la reactivación en tiempos de pandemia (no muy lejos del récord de 659 en marzo 2018). Pero también varios días con picos de más de 500 nuevos contagios en 24 horas alcanzó Quintana Roo en julio… y eso que eran las primeras semanas de verano.
Como vemos, por un lado tenemos números muy halagadores y esperanzadores respecto a la actividad turística. Pero por el otro lado, son bastante desalentadoras las cifras en torno a la crisis sanitaria.
Dicen las autoridades federales que ya estamos en una tercera ola y que, ni cómo negarlo, nos está pegando fuerte a muchos países, incluyendo México. De hecho, la Organización Panamericana de la Salud advirtió que estados como Quintana Roo, Yucatán, Ciudad de México y Baja California Sur, son los que están registrando los peores números de contagios en esta nueva etapa. Y lo peor, hay un altísimo riesgo de que muchos de estos enfermos sean de la nueva variante Delta, que expertos citan como de alta peligrosidad y velocidad de propagación.
Si la jornada de vacunación está avanzando, si ya tenemos más de un año y medio con pandemia, ¿en dónde está fallando la estrategia? ¿Qué se requiere para que redoblemos las medidas preventivas? ¿qué parte no estamos entendiendo que si no acatamos los lineamientos todo lo avanzado puede ir en reversa, con resultados desastrosos?
Nuevamente es tiempo, estamos a mitad de verano, vale la pena recapacitar y enderezar un poco el camino, es por el bien de todos, de nuestros trabajos, de las empresas, pero sobre todo, de la salud propia y de las que nos rodean. Demostremos que todo eso nos importa.
Por cierto, las siguientes semanas serán decisivas para quienes tienen estudiantes en el hogar, porque está latente el llamado a volver a clases presenciales, por mandato del Gobierno federal. Dejemos que cada quien decida, a partir de sus necesidades y de sus condiciones de vida. Quien considere que ya es tiempo y que vale la pena correr el riesgo de enviar a niños y jóvenes a las aulas, que lo haga. Quienes juzguen pertinente ser pacientes unos meses más, hasta que el nivel de contagios disminuya, están en todo su derecho. No se vale obligar a nadie, a favor de cualquiera de las dos posturas; la decisión se toma en cada casa y los riesgos y responsabilidades se asumirán como tal. Ya veremos cómo le va a cada quien.