¿Qué ocupaciones ofrecerán los mejores empleos en el futuro? ¿Qué título universitario proporcionará la mejor oportunidad para obtener uno de esos empleos? ¿Valen la pena las maestrías o es mejor comenzar a trabajar de inmediato?
Para muchos estudiantes y egresados universitarios parece un misterio el perfil profesional que demanda el mercado de trabajo, misterio que se devela poco a poco y muchas veces con gran desconcierto, ya que los profesionistas o estudiantes no pueden imaginar qué es lo que se requiere hasta que buscan empleo. Es la realidad la encargada de poner de manifiesto si su preparación es la adecuada o no. Por ello, podemos encontrar un sinnúmero de profesionistas realizando labores diferentes para las cuales se prepararon, o sin poder conocer a ciencia cierta las debilidades de su formación o los nuevos requerimientos del mercado laboral para poder complementar su formación con algún curso o diplomado.
Se habla mucho de la falta de vinculación de las universidades con el mercado laboral, pero ¿hasta dónde el perfil profesional que exige el mercado laboral depende de su formación universitaria y no de características propias de la personalidad del individuo?
En el desempeño laboral del profesionista intervienen varios elementos diferentes a los de la propia academia o enseñanza; aspectos que la universidad no considera, al menos no expresamente, ya que muchos de los rasgos de la personalidad del alumno quedan en la cotidianidad del mismo, en la interrelación con sus compañeros y profesores, pero no existe un taller o una materia que aborde o analice cómo son estas relaciones y cómo impactarán en un futuro en sus relaciones laborales. Inclusive, estudiantes que consiguen un alto rendimiento académico no logran colocarse en el mercado laboral, debido a que al aplicarse los exámenes psicométricos correspondientes demuestran debilidades para integrarse al medio laboral.
El planteamiento de las relaciones humanas dentro del mercado de trabajo exige una formación científica y un concepto dinámico de la situación laboral. El hombre que trabaja no es un ser aislado cuyas necesidades se cumplen solo individualmente, es además miembro de un sistema de relaciones sociales y participante de una orientación de valores, y pertenece a un grupo de referencia en comunicación con el cual suele establecer parte de su solidaridad cotidiana.
El escenario laboral en México es complicado: mientras la población en edad productiva no encuentra empleo, las empresas tampoco consiguen el talento que necesitan para crecer.
Uno de los problemas que detectamos en Red Ring es que las corporaciones no se articulan con las universidades para darles a conocer lo que el mercado laboral requiere de sus egresados, por lo tanto las universidades no forman a profesionistas con los elementos necesarios para su rápida colocación en las empresas. A esto se suma que más allá de los elementos técnicos requeridos, las universidades no cuentan con talleres o cursos que permitan a los estudiantes desarrollar atributos propios de su personalidad, como se puede observar dentro de las cinco principales competencias que nos solicitan las grandes firmas, que son: liderazgo, autoaprendizaje, visión estratégica, orientación a resultados e innovación y creatividad, por lo que su formación está resultando incompleta.
En Red Ring elaboramos encuestas a los talentos que se envían a las empresas, y los contratamos contra las habilidades solicitadas a los candidatos para sus puestos directivos o gerenciales.
¿Qué hacer ante la escasez de talento en el mercado laboral?
Las empresas podrían abrir espacios para el talento en formación a fin de que compensen lo que las universidades no están aportando en cuanto a conocimientos técnicos, y las universidades vincularse con las empresas o cámaras empresariales para que sus planes de estudio sean acordes a los requerimientos del mercado laboral.
Incluir en las universidades materias extracurriculares, talleres orientados al desarrollo humano y habilidades de los educandos para que desarrollen liderazgo, pensamiento estratégico, entre otras aptitudes que impactan en la personalidad del individuo.
Las empresas deberán adoptar programas que permitan la capacitación continua, el desarrollo y el progreso profesional de los talentos contratados.