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Revista Latitud 21
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Inna German Gómez

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8M y las marchas

por NellyG 1 abril, 2022

Hemos tenido múltiples discusiones entre los amigos, grupos sociales y redes, sobre el actuar de las mujeres en las marchas del 8M.

Agresivas, vandálicas e irreverentes. He oído de innumerables bocas: “La pintura de un monumento se lava, pero las muertas no regresan”. Como argumento es aparentemente irrefutable, pero tiene un fallo enorme, y es ahí donde tenemos que trabajar todos, todas y todes.

Si los valores -y se llaman así, porque agregan algo positivo al comportamiento regular de los seres humanos- fueran apreciados y aplicados en todos los sentidos, nuestras comunidades funcionarían mucho mejor.  Respeto: “Juan, respeta los juguetes de tu hermana, no los rayes, no los rompas”; “Luis, respeta a tu novia, cuando dice no, es NO”. Entonces, si pretendemos que el RESPETO sea un valor primordial, tenemos que dar el ejemplo, no podemos rayar, mutilar o romper obras de arte, no existe ninguna justificación válida para dejar de lado ese valor. Si lo aplicáramos sin excepciones, promoviéramos y educáramos en ese sentido, muchas mujeres estarían hoy con nosotras.  

Dejando claro el punto, sugiero abordar la situación de manera diferente, qué tal si entre varias compramos mamparas y creamos muros de esperanza y recuerdos. El mensaje que estaríamos dando sería mucho más fuerte e impactante.

Hacer muros virtuales, como lo han hecho algunos colectivos feministas, me parece acertado y contundente. 

México está viviendo un periodo de violencia extrema y las mujeres se llevan la peor parte. Sin embargo, también ahora estamos demostrando gran fuerza al salir a la calle a manifestar inconformidad sobre el desempeño de nuestras autoridades; debemos recordar siempre que el Estado es responsable de garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos. Expresar con respeto y fuerza para lograr cambios en los procesos judiciales, ministeriales, policiacos y demás involucrados, será nuestra tarea continua.

Las mujeres hemos logrado un crecimiento increíble en nuestros derechos, nosotras hemos avanzado en estos últimos 70 años, lo que la humanidad en global se tardó siglos en conseguir, hablando claro de derechos humanos en general. Así que realmente sí somos una fuerza imparable, pero hagámoslo como mujeres, no perdamos nuestra esencia y dejemos de imitar conductas. Si nos señalan como brujas, que sea porque aprendimos a curar; si nos señalan de marimachas, que sea porque aprendimos a ganar en los deportes; si nos señalan de activistas, que sea porque aprendimos a poner los valores como nuestra prioridad.

Empresas y comunicación

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 marzo, 2022

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El otro día asistí a una presentación de la asociación Consejo de la Comunicación, Voz de las empresas. Me hizo mucho sentido que trabajemos como empresas en mejorar nuestra comunicación. Muchos tienen ideas erróneas de lo que es una empresa; con todos los ataques que hemos tenido desde las tribunas gubernamentales, la imaginación vuela y se nos ve como esos monstruos que devoran todo a su paso, cuestiones abstractas que no se ponen claras y generan imágenes negativas. 

¿Qué es una empresa?  En realidad, es sólo un papel. La persona moral como se conoce en la ley es un acta; ¡exacto! como la de nacimiento, en donde se le da nombre a una idea o a un proyecto.

Los empresarios somos pésimos comunicadores, por eso nos volvimos empresarios; la mayoría somos bastantes tímidos al momento de expresarnos.  

Una empresa nace en la mente de alguien y puede ser desde hacer tamales en las mañanas para vender en las esquinas o crear una aplicación que rente tu casa cuando sales de vacaciones. La parte legal sirve para dar un orden, se registra, se le pone nombre, se da de alta en el SAT y cumple con las regulaciones establecidas en el gobierno, que principalmente son para que de las ganancias que se obtengan, se pague un impuesto y que la gente que recibe un sueldo tenga un trato justo. 

La empresa vende un tamal, recibe dinero, descuenta lo que gastó en hacer el tamal y le avisa al SAT que le quedó algo de dinero, por el cual debe pagar un porcentaje de impuestos. Suena simple, y la verdad es que debería serlo; lo malo es que en nuestro país no nos hacen las cosas fáciles, las complican y eso no ayuda a que se creen más empresas.  

Todos nosotros que recibimos un sueldo y trabajamos para el sector privado, tenemos una función específica dentro del equipo que conforma la empresa; esta función permite que la maquinaria de una empresa funcione. Pero ¿qué pasa si no existieran empresas? ¿Qué pasa si cumplir con las regulaciones gubernamentales se vuelve excesivamente costoso? ¿Cuántos tamales debería vender para poder pagarle al contador que sabe usar una computadora, llenar una forma y poder pagar mis impuestos? Bueno, pero también debo pagar por las facturas que emito y debo pagar IMSS a mi comadre, mi hija y hasta a mi marido que lleva los tamales a la esquina. Cada vez se me complica más cumplir con los impuestos, pero la verdad estoy convencida de que debo hacerlo, porque si no, ¿quién pagaría los impuestos que mantienen al presidente, al Congreso, a la policía, el alumbrado público y la recoja de basura (bueno, cuando pasa)?

Si el gobierno empieza a poner regulaciones sin sentido, ya no habrá empresas, y si no hay empresas ¿Quién pagará los impuestos?  Una paradoja que se debe tener bien clara. 

¡Ahh! Por cierto, yo sí tengo motivos para llorar cuando deba de pagar los impuestos anuales.  

La silla que enloquece

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 febrero, 2022
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Bien dijo Emiliano Zapata en 1914, cuando le ofrecieron sentarse en la supuesta silla de Porfirio Díaz, que no lo haría porque la silla estaba maldita y volvía locos a quienes se sentaban en ella.   

Existen esas sillas malditas en todos los países del mundo y han existido siempre desde que la humanidad empezó a nombrar o ‘usar’:  jefe de tribu, rey, emperador, imam, shogun, führer, presidente, general, líder revolucionario, gobernador, dictador, jeque, primer ministro o cualquier otro nombre para designar a esa única persona que ostenta el poder.

Vamos a revisar algunas figuras en la historia que han enloquecido por culpa de esa silla; iniciemos por Adolf Hitler, que llevó a todo un país a odiar a un grupo religioso minoritario y empezó una cruenta guerra por ganar más territorio; no quiso parar, hasta que fue demasiado tarde, dejando una Alemania dividida y disminuida. 

Imaginen a un joven Joseph Stalin diciendo que como dictador provocaría una hambruna que mató principalmente a la gente trabajadora a la cual defendía tanto, o que él mismo ordenará la muerte o encarcelamiento de 700,000 personas por ser enemigos de la clase trabajadora, todo por permanecer en esa silla. Estoy segura de que les hubiera aventado el libro de Marx a la cabeza y les llamaría dementes. 

No imagino a un Fidel Castro en sus tiempos de revolucionario soñar con una Cuba destruida, sin progreso. Pero en su afán de mantenerse en esa silla, y obvio sus metas, encontró un culpable y perdió la brújula. 

¿Qué me dicen de Evo Morales?, gran activista, en su primer año como presidente logró elevar a Bolivia, demostró que varias de sus ideas económicas podrían funcionar, pero luego sólo pensó en cómo quedarse en la silla. Hasta tuvo que huir de su país, al que tanto decía amar. 

O un Hugo Chávez que su amor por la silla lo llevó a perder a tantos ciudadanos, emigrando de un país sin recursos y con múltiples carencias. 

Pero seguimos teniendo tantos casos de esta locura, para aquellos que duden de su existencia: Francisco Franco, que duró 40 años en el poder, y eso que estaba en contra de las monarquías vitalicias. Benito Mussolini, 23 años de proclamarse el Duce y entre sus planes convertirse en emperador, aduciendo que los romanos eran los herederos del mundo. Augusto Pinochet, chileno, 20 años en el poder, 200,000 mil ejecutados. Hosni Mubarak, en Egipto, 30 años en la silla. Mao Tse-Tung, el gran dictador chino, una de sus frases favoritas fue “Tenemos el deber de ser responsables ante el pueblo”, y sin embargo su responsabilidad fue de 70 millones de muertes, entre las hambrunas y las persecuciones políticas.

Terminando este recorrido, podremos decir que Zapata tenía razón al visualizar el PODER ejemplificado en una silla, como el precursor de la locura. 

Ahora, lo que siempre seguirá siendo un misterio para mí, es por qué UNA persona, obviamente con su grupo de apoyo, controló tantos años a cientos de ciudadanos. ¿Cómo UNA persona llevó a toda una nación a guerras, hambre, control y decadencia?. No sé… ¿O será que la locura es colectiva?  

Las fiestas y el oscuro hueco del alma

por ahernandez@latitud21.com.mx 31 diciembre, 2021
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Un buen escritor siempre hace comparaciones plausibles entre sentimientos y objetos; algunas de estas comparativas que se dieron hace mucho tiempo han creado en nuestro lenguaje frases que todos entendemos e interpretamos en medida de nuestros filtros.  Por ejemplo “Sentir mariposas en el estómago”,  “Vivir la vida en rosa”, “Piedritas en los zapatos”, “Se derramó el vaso”, y una de esas frases que además es un recurso literario muy constante, la de “Un oscuro hueco en el alma”, con sus variantes que pueden ser muchas: “Un hoyo en el alma”, “Un vacío en el alma”… En fin, esa parte que vislumbra el desasosiego de saber que algo nos falta. 

La ventaja de este tipo de frases es que cada quien puede establecer una interpretación acorde a su percepción o magnitud sentimental. Pero inequívocamente nos lleva a ese momento en el que debemos aceptar que como seres humanos somos mucho más complejos.

Las fiestas decembrinas provocan muchas reacciones, el altruismo es la más recurrida, pero también la soledad se hace más patente. Quisiera usar estas líneas para recordar a todos los que ya no están hoy con nosotros, que partieron ya sea por el Covid-19 o por la creciente violencia que azota a México.

Todos tenemos huecos en el alma, espacios que fueron dejando la gente que estuvo y ya no está. Muchos de esos espacios podrían ser llenados por buenos recuerdos, pero si por desgracia esas personas partieron en un acto de violencia, siempre queda la obscuridad de la injusticia. Los humanos creamos fechas para poder cerrar ciclos, pensar en borrar lo malo para esperar un futuro mejor; si no fuera así, nuestra vida sería bastante difícil. Así que aprovechemos este cierre para poner manos a la obra para mejorar un país que no se vislumbra muy luminoso en el futuro. 

Por lo pronto, intentaré no perderme en las oscuridades profundas, sabiendo que hay personas como tú, que sí están trabajando por erradicar la violencia, la corrupción y dando su tiempo apaleando para rellenar huecos. 

La vida fuera de las redes

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021
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Escribir y plasmar una idea entendible es difícil; los grandes escritores son capaces no sólo de plasmar ideas, sino de crear personajes y vidas ficticias que al lector le parecen reales. ¿Cuántas novelas no hemos leído, en las que nos hemos enamorado, odiado y llorado, o hasta imitado personajes ficticios?. Ahora, la lectura y la imaginación en las generaciones más jóvenes se alimenta de las vidas que publican personas reales en las redes sociales. ¿Pero son en realidad sus vidas?

Me encanta ver las fotos del Instagram; todas son hermosas, momentos felices, paisajes increíbles, poses y belleza fisica. Lo que se comparte a nuestros amigos virtuales son viajes, fiestas o en el caso de la pandemia empezaron a proliferar videos creativos de manualidades, chistes, música, pero siempre momentos donde damos lo mejor de nosotros mismos.  Los héroes de hoy son aquellos que tienen más “seguidores”, más “likes”. Cuando sus posts, videos o fotos se vuelven virales. 

Bueno, eso no difiere mucho de los personajes de ficción de las novelas; en las redes creamos un mundo alternativo, una personalidad nueva y hasta un look físico que no tenemos.  (¿A qué no?, el photoshop). 

El único problema que le veo a esto, es el siguiente: en un libro el escritor es capaz de, al terminar el libro, dejar de lado su personaje, aunque lo haya creado a imagen y semejanza, nunca salió de esas páginas; todos estamos conscientes de que NO existe. 

Pero el personaje que creas en redes se vuelve cada vez más público, al tener mayor número de seguidores el compromiso de SER esa persona empieza a hacerle creer al creador que debe comportarse como su personaje; empieza a perderse en esa ficción, creando una personalidad basada en el número de “likes” que reciben sus comportamientos. Así que, al revés del escritor, el usuario de redes se muere para darle vida a su personaje de ficción. 

Una de nuestras características como animales comunales es moldear nuestros comportamientos para pertenecer a los grupos sociales en los que nos desarrollamos; pero una cosa es moldear comportamientos y otra muy distinta en convertirnos en otra persona. Debe ser agotador vivir así. 

La gran pregunta sería entonces: ¿Seremos capaces dentro de nuestros personajes de ficción crear relaciones duraderas y honestas? Ahí se los dejo como reflexión. 

Situaciones de riesgo

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2021
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Cuando estudiaba la carrera, una de mis materias favoritas era Análisis de Riesgo. Aunque su nombre suena muy sofisticado, era prácticamente una clase de estadística y probabilidad.  

Ahora es toda una cultura, con empresas grandototas que trabajan en conjunto con organismos como RiskMathics, certificando a los analistas de mercado, financieros, calculistas de seguros, entre otros, que trabajan con modelos matemáticos y estadísticos para analizar el comportamiento de las acciones, valores o situaciones que afecten a las empresas, ya sean públicas o privadas.

Los gobiernos también contratan estas empresas para realizar análisis y tomar decisiones que los lleven a aplicar los recursos de manera eficiente.  No estoy segura de que esto pase en nuestro país, obvio no tengo pruebas que acrediten mi dicho, por lo que especularé. 

Últimamente nuestro gobierno ha tomado decisiones poco acertadas en materia de inversión de recursos; voy a poner un ejemplo y aunque sé que es un tema harto comentado, me sirve como ejemplo perfecto, pero lo voy a poner en un contexto más cercano a nosotros.

Tenemos una casa en construcción, ya están terminados los cimientos y hemos invertido una gran parte de nuestro capital en la misma. Pero descubrimos que el encargado de la obra y algunos contratistas han estado robando. Tenemos que tomar una decisión; hay opciones diferentes, pero mi primer objetivo es perder el menos dinero posible. ¿Qué harían para minimizar la pérdida de inversión?  Calcularía el costo de cerrar los contratos aplicando las penalidades establecidas en los mismos en caso de no tener pruebas. Si se tienen pruebas, se debe denunciar y ejecutar las penalidades a su favor. Generar nuevos contratos y salvar el monto ya invertido en la cimentación, preparación del terreno, proyecto, planos, etc. Suena lógico ¿no?  Bueno, en México se perdió todo. (Aeropuerto, lo aclaro por si alguien no se lo imaginaba)

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