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Revista Latitud 21
Categoría:

Rubén Olmos Rodríguez

  • Reporte Washington
  • CEO de Global Nexus
  • Analista y Consultor Internacional
  • X:@rubenolmosr

Dilemas globales

por NellyG 1 noviembre, 2022

Todo indica que vivimos en un momento de confusión generalizada, de temor sobre el verdadero estado de la economía y la política global. Sucesos como la invasión de Rusia a Ucrania, los altibajos de los precios de las gasolinas, el aumento vertiginoso de las tasas de interés, los costos de la pandemia y la perspectiva inminente de una recesión en Estados Unidos, son factores que parecen estar creando un verdadero caos. Este miedo es real, pero transitorio, ya que está impulsado por el tumulto que acompaña a cualquier transición de un viejo orden económico a uno nuevo. Cada economía pasa por ciclos de expansión y contracción, pero el indicador más importante tiene menos que ver con los precios del mercado o las tasas de desempleo y más que ver con la filosofía política.

Durante aproximadamente medio siglo, la economía política de Occidente se ha basado en el concepto rector del “neoliberalismo” -ese que detesta el actual régimen en México-, la idea de que el capital, los bienes y las personas deberían poder cruzar las fronteras en busca de los rendimientos más productivos y rentables. Muchas personas lo asocian con la economía fomentada por políticos como Ronald Reagan o Margaret Thatcher o incluso las ideas económicas modernas de Bill Clinton y Barack Obama. Pero sus raíces se remontan a 1938, cuando economistas, sociólogos, periodistas y empresarios estaban alarmados por lo que consideraban el excesivo control estatal de los mercados después de la Gran Depresión. A raíz de ello surgen instituciones globales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio, que esencialmente trataban de conectar las finanzas, el comercio y los negocios globales a través de las fronteras.

Mas tarde se concretaría el famoso “Consenso de Washington”, una serie de principios económicos derivados de los polos de la liberalización del mercado y la globalización sin restricciones. Estas recetas generaron más crecimiento que nunca. Pero también crearon cantidades sustanciales de desigualdad dentro de las naciones. En parte porque el dinero se mueve a través de las fronteras mucho más rápido que los bienes o las personas. La revolución generada por Reagan y Thatcher desató el capital global al desregular la industria financiera, y el comercio global se desató completamente durante la era Clinton, con acuerdos como el TLCAN (ahora TMEC) y la eventual adhesión de China a la OMC, que inclinó la balanza de intereses políticos entre la creación de empleo interno y la integración del mercado global hacia esta última. La idea era que los precios al consumidor más baratos de los bienes importados compensarían los salarios más planos o incluso la caída.

Pero no lo hicieron, incluso antes de la pandemia y la guerra en Ucrania, los precios de las cosas que nos hacen clase media, desde la vivienda hasta la educación y la atención médica, aumentaban mucho más rápido que los salarios. Ese sigue siendo el caso, incluso con la reciente inflación salarial. La sensación de que la economía global se ha desvinculado demasiado de los intereses nacionales ha ayudado a alimentar el populismo político, el nacionalismo e incluso el fascismo; ahí están los casos de México, Brasil, Colombia en América Latina, Italia y Estados Unidos con Trump, por citar un par. Es una ironía que las mismas filosofías que estaban destinadas a aplacar el extremismo político hicieran exactamente lo contrario cuando se llevaban demasiado lejos.

¿Y ahora qué? ¿Cómo podemos asegurarnos de que la globalización económica no vuelva a ir demasiado por delante de la política nacional? Creo que todavía no hay una nueva teoría de campo unificado para el mundo posneoliberal. Pero eso no significa que no debamos seguir cuestionando la vieja filosofía. Uno de los mitos neoliberales más persistentes era que el mundo era plano y que los intereses nacionales jugarían un papel secundario en los mercados globales. Los últimos años han destruido esa idea. Depende de aquellos que se preocupan por la democracia liberal crear un nuevo sistema que equilibre mejor los intereses locales y globales. Veremos.

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El Hemisferio Occidental

por NellyG 1 octubre, 2022

En julio compartí con ustedes un análisis sobre el futuro de nuestro continente, tomando en cuenta los resultados de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, evento que reunió a representantes de la región y en donde el gobierno de Joe Biden trató de revivir un mecanismo que había estado dormido por años y que en éste 2022 se convirtió en la plataforma perfecta para retomar el debate sobre los grandes retos que nos presenta el Hemisferio Occidental. Desde la Cumbre han pasado sucesos interesantes en América Latina –la llegada de Gustavo Petro en Colombia, la revocación a la nueva Constitución en Chile promovida por el presidente Boric, el intento de atentando en contra de la vicepresidenta Kirchner en Argentina, la caída del trumpista Mauricio Claver como presidente del BID y el muy probable regreso de Lula como presidente de Brasil-; creo que es un buen momento para hacer un nuevo corte de caja y un ejercicio de prospectiva sobre el futuro de la relaciones continentales y sobre todo dónde debiera jugar México.

Nuestra región enfrenta estragos continuos causados por el Covid-19. Fuimos de los más afectados no solo desde el punto de vista de salud pública, sino también, los efectos devastadores de nuestras economías, falta de empleo, cierres y despidos masivos e inflación alta, que en la mayoría de los casos alcanza los dos dígitos.

El segundo gran reto es la gobernabilidad. Estamos viendo fenómenos interesantísimos. Empiezo por Colombia. Gustavo Petro, un exguerrillero, exalcalde y político de izquierda cimbró al status quo con su arribo a la Casa del Nariño, la casa presidencial de Colombia. Petro ha prometido acabar con el pasado neoliberal y busca un replanteamiento total en la lucha contra el narcotráfico y en su relación con Estados Unidos. Busca ser un líder de la izquierda latinoamericana y para eso aprovechó su más reciente viaje a NY durante la apertura del periodo de sesiones de Naciones Unidas para reunirse con varios jefes de estados y asociaciones de negocios. Pero tiene un país muy dividido y un Congreso que no lo dejará hacer los cambios que plantea así de fácil.

El caso de Chile es también interesante. El joven presidente Boric, exlíder estudiantil de 36 años, acaba de sufrir un duro revés después de que los chilenos votaron en contra de una nueva Constitución sumamente liberal, que a final del día fue desafiada no sólo por el status quo que logró vencer en las pasadas elecciones, sino por muchos grupos que lo apoyaron para llegar a la Presidencia. Boric es astuto, tendrá que mostrar tenacidad para promover una renovada discusión en torno a una nueva Constitución.

El tercer reto es el futuro mismo. La elección en Brasil este mes será clave, ya que es muy probable el retorno del antaño líder de izquierda y presidente dos veces, Luis Inacio Lula da Silva. Lula es un gigante para muchos y alguien que pudiera llegar a colocar el último eslabón para ver una izquierda consolidada en América Latina. Algunos seguimos alertando sobre el costo del populismo rampante que alimenta a las bases pero que deja de atender los grandes retos socioeconómicos y políticos que enfrentamos como región. México tiene un importante rol que jugar en toda esta ecuación. Nuestra realidad está en el norte con Estados Unidos y Canadá, pero seguiremos siendo el gran puente que puede unir el desarrollo hacia el sur. Ahí debiera jugar nuestro país.

Cruceros: Emergiendo de la pandemia

por NellyG 2 septiembre, 2022

Anteriormente hablamos en este espacio de los cruceros y su recuperación tras la pandemia por Covid-19, del regreso paulatino de la industria a sus operaciones tanto en nuestro país como en el mundo, y los obstáculos que se interponían día a día en el camino del sector.

Desde marzo 2020 hasta junio de 2021, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) impidieron que las líneas de cruceros navegaran desde los puertos de EE. UU. por medio de una orden de no navegar. Esta prohibición restringió la recuperación de la industria, limitando la capacidad en los barcos, exigiendo el uso de cubrebocas, vacunas para pasajeros, pruebas anticovid previas al viaje, así como la realización de pruebas de forma periódica a la tripulación. Las líneas de cruceros se apegaron a estas medidas; incluso detuvieron sus operaciones de manera voluntaria antes de la emisión de la orden de no navegar.

Mientras tanto, en Estados Unidos se llenaban estadios para conciertos y eventos deportivos, los parques temáticos funcionaban sin restricciones y casi todos los negocios volvían a la normalidad. Aún así, los CDC mantuvieron las restricciones sobre la industria de los cruceros.

Pero diversos actores levantaran la voz en favor del segmento. Tres senadores estadounidenses presentaron sin éxito una iniciativa para revocar la orden de no navegar; del mismo modo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, presentó una demanda contra la administración Biden, los CDC y el Departamento de Salud, para permitir el regreso de cruceros; todo esto, aunado a los esfuerzos individuales de las navieras, la presión de las asociaciones de las que forman parte y el avance en la vacunación a nivel global.

Fue hasta abril de 2021 que los CDC emitieron el primer lineamiento que permitiría la reanudación de la navegación, incluyendo viajes simulados con voluntarios, que permitieron relajar significativamente las regulaciones para pasajeros y tripulantes vacunados, acelerando el regreso a las operaciones.

Finalmente, en julio de 2021 se reanudó el servicio en Estados Unidos. Sin embargo, no fue el final de este largo y tropezado camino, con la aparición de nuevas variantes, como fue el caso de Ómicron en diciembre de 2021, cuando nuevamente se elevaron las advertencias, hasta finales de marzo de 2022, cuando después de dos años, los CDC eliminaron su advertencia de viaje para cruceros.

Actualmente, los lineamientos son de carácter voluntario. Aún así, las principales líneas de cruceros han optado por apegarse a ellos, alegando que lo principal es brindar un entorno seguro y saludable para los pasajeros, la tripulación y las comunidades que visitan.

Este largo proceso no presentaba un futuro prometedor para el segmento en el corto plazo, sin embargo, hoy podemos decir que el sector de cruceros está de vuelta. La lucha constante y persistencia de las líneas han resultado en una exitosa recuperación.

Para la temporada de verano 2022, se estima que la flota global activa fue de 429 barcos, de alrededor de 89 distintas marcas, en contraste con agosto de 2021, cuando sólo estaban en servicio 190 barcos y 65 compañías.

Tomando en cuenta el caso de Carnival Cruise Line, la línea que realiza la mayor cantidad de escalas en México, ha realizado alrededor de 800 visitas desde el reinicio de las operaciones, la mitad de las cuales han sido a Cozumel (385 arribos), conviertiéndolo en el puerto más popular para esta línea. Carnival llegó a los tres millones de pasajeros desde el regreso, mientras que este verano sus barcos alcanzarán el 110% de ocupación, con un promedio de 95.000 pasajeros por semana.

Pero no todo está resuelto, pues a pesar de que las vacunas brindan certeza a los pasajeros, aún existen preocupaciones por el virus. En los últimos días la preocupación por la cancelación de vuelos a nivel global representa un problema mayor para quienes viajan, más allá de las restricciones por Covid-19.

En esta nueva normalidad, donde los cruceros viajan sólo con pasajeros y tripulantes vacunados, además de apegarse a protocolos mejorados de salud y seguridad, las operaciones continuarán al alza con nuevos barcos, nuevas rutas y cada día más innovaciones y productos que ofrecer a los pasajeros.

Quiero agradecer a mi equipo de Global Nexus, a Paola Navarrete, por la información de este artículo.

La importancia de España

por NellyG 1 agosto, 2022

España ha sido históricamente un socio comercial confiable y un aliado estratégico de nuestro país. El capital español ha sido clave en el desarrollo del sector financiero, energético, infraestructura y servicios; y en el caso de Quintana Roo, un líder en el sector hotelero. Sin embargo, los últimos tres años han sido complejos para nuestros socios ibéricos en la relación con el gobierno federal. Desde el principio de la administración del presidente López Obrador se diseñó una narrativa de ataque constante. Primero fueron las denuncias desde Palacio Nacional sobre los abusos cometidos durante la Conquista; después vinieron acusaciones graves de corrupción durante la época de Enrique Peña Nieto.

Hay evidencia de que las multinacionales españolas ganaron varias licitaciones infraestructura carretera y energética. Cuando Palacio Nacional diseñaba la campaña para promover la contra-reforma energética, justificó la necesidad de la reforma en los “abusos y la falta de cumplimiento” de empresas como Repsol, Iberdrola y Naturgy. El desenlace fue una “pausa” en las relaciones bilaterales.

Meses después las cosas se apaciguaron cuando el canciller español, José Manuel Albares, visitó a su homólogo, Marcelo Ebrard, y reafirmaron el compromiso económico y diplomático entre España y México. Hoy, los grupos españoles parecen estar acostumbrados a la diatriba de las mañaneras. Otro gran parteaguas fue la llegada del exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz a Madrid como embajador de México. Recibió críticas por su falta de experiencia diplomática, pero francamente dada la coyuntura, se requería a un político que lograse lo que hasta el momento ha hecho Ordaz, reencauzar una relación estratégica.

El mes pasado y como parte de sus últimas actividades como gobernador, Carlos Joaquín atendió una invitación de los grandes consorcios españoles para revisar la relación económica entre España y Quintana Roo. También fue la gobernadora electa, Mara Lezama. Fue una especie de despedida de Carlos Joaquín y una presentación oficial de quien llevará las riendas del estado a partir de octubre.

Revisando estadísticas que gentilmente me proporcionó Benjamín Jiménez, director ejecutivo de Planeación Estratégica del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo y un ferviente promotor de nuestra diversificación comercial, reconfirmé que a pesar del impacto del COVID en Europa y el clima de negocios adverso, desde 2019, España ha estado entre el top tres europeo en llegada de turistas a nuestro estado. El español prefiere Cancún y la Riviera Maya, gasta relativamente bien y ha venido dos o tres veces a nuestro destino.

En conclusión, los últimos dos años nos dejaron grandes enseñanzas, entre las que se incluye la necesidad de cuidar las relaciones económicas y políticas de nuestros principales mercados emisores de turistas. España, insisto, ha sido un importante aliado y hoy más que nunca resulta indispensable reencauzar esta importante relación entre nuestras dos naciones.

El futuro continental

por NellyG 1 julio, 2022

Escribo estas líneas después de dos sucesos importantes que marcarán el futuro de América Latina en los próximos años. Hace solo un par de días concluyó en Los Ángeles, California, la Cumbre de las Américas con resultados mínimos. Días después, en una segunda vuelta electoral, el pueblo de Colombia decidió dar un histórico giro hacia a la izquierda y eligió como nuevo presidente a Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá, legislador, senador y tres veces candidato presidencial.

Primero revisemos los resultados de la Cumbre. La organización fue una odisea, no sólo por la coyuntura actual post Covid-19, los niveles altísimos de inflación a nivel global o el conflicto entre Rusia y Ucrania cuyos efectos están pegando duramente a nuestros países. La realidad es que Washington dejó de conectar con América Latina desde hace varios años; he ahí la frase que somos el “patio trasero” de Estados Unidos.

Y es que después del boom comercial que tuvimos durante gran parte de principios del nuevo siglo cuando el precio de las materias primas -minerales, petróleo, oro, cobre y carbón- nos permitió un crecimiento importante que sacó a millones de latinoamericanos de la pobreza extrema aparejado de un proceso de globalización importante que logró la consolidación de tratados de libre comercio y mayor inversión, muchos sectores no lograron subirse al tren del desarrollo. Este fenómeno abrió heridas profundas en nuestras sociedades que eventualmente fueron aprovechadas por otros grupos -crimen organizado, movimientos de izquierda y el anti-establishment-. Y en lugar de rectificar, adaptarse y asumir los costos, Estados Unidos se quedó pasmado y el control político y comercial que durante años ejerció, dejó de surtir efecto y las consecuencias están hoy a la vista.

El mecanismo de la Cumbre ha sido cuestionado desde su creación en 1994; en ese entonces se buscó un gran acuerdo comercial regional que nunca próspero y ante la pasividad de una Organización de Estados Americanos arcaica y sin funcionalidad, los distintos liderazgos no alineados -principalmente los de izquierda- empezaron a protestar y a retar el control de Washington. En resumidas cuentas, esto no es culpa de Trump, Obama o Biden, es el resultado de muchos años de abandono, protagonismo desmesurado y falta de creatividad diplomática. La Cumbre de Los Ángeles arrojó acuerdos magros en materia de migración, desarrollo e inversión y cambio climático. Los jefes de Estado que asistieron a la Cumbre fueron a la foto y a congraciarse con el gigante del norte; las ausencias, aunque notables, no pasaron a más.

El giro hacia la izquierda en Colombia es aún más interesante que la Cumbre. El país andino ha sido gobernado desde siempre por el mismo grupo político -con diferentes siglas y estilos- a lo largo de las ultimas décadas. Colombia ha sufrido los efectos del narcotráfico y la explotación de sus vastos terrenos de energía que a su vez trajeron desigualdad en lo más hondo y una urgencia de cambio que por fin, después de tres intentos, logró Petro.

El cambio en Colombia confirmó que la izquierda latinoamericana está de moda, activa y con ánimos de gobernar por muchos años. Seguirá Brasil en unos meses cuando el expresidente Lula regrese al poder y desde ese momento podremos delinear lo que yo veo como dos grandes bloques de izquierda, los progresistas que entenderán las bondades de la globalización y la necesidad de trabajar con el sector privado y los organismos multilaterales, y los ultras entre los que destaco a Nicaragua, Cuba y Venezuela.

En conclusión, el futuro continental puede ser promisorio si mantenemos en el poder al primer grupo, ahí veo a Chile, Brasil, Honduras, Argentina y hasta cierto punto a México. En un segundo subgrupo y con más dudas sitúo a Colombia, Perú, Bolivia y El Salvador. El resto de los países los veo difícilmente alineados. Insisto como mencioné al principio, Washington se quedó sólo con Ecuador, Costa Rica y párale de contar.

 

 

 

 

Dos años después, hay esperanza 

por NellyG 1 junio, 2022

Escribo estas líneas con cierto ánimo renovado, después de hacer un corte de caja y analizar algunas noticias positivas sobre el sector de viajes y turismo, después de los terribles efectos de los primeros dos años de Covid-19. Me viene a la mente primero el concepto de “resiliencia”, y es que francamente no veo otro sector en la economía que haya sabido adaptarse, renovarse y salir adelante de manera tan eficaz, como el sector turístico global.

A lo largo de la historia, los diversos segmentos han enfrentado fenómenos provocados por la naturaleza, crisis económicas constantes, guerras, cambios tecnológicos y generacionales, y por supuesto, pandemias que han transformado al mundo. Este proceso de adaptación y capacidad de respuesta ha sido gracias al interés que hoy despierta un sector de la economía que genera empleo, que trae esperanza y que une a todos los actores involucrados. Pero vamos al análisis de estas buenas noticias.

Participé hace unas semanas en la conferencia anual Sea Trade Cruise Global, que es la feria de cruceros más importante de las Américas -existe otra que suele ocurrir en Europa o Medio Oriente-. Este año se habló de cambio y adaptación y de una rápida recuperación de uno de los segmentos que más sufrieron por la pandemia. Vemos que durante 2022 habrá un repunte entre 60%-70% de reservaciones en comparación con 2019, y que 2023 será de plena recuperación, con números mayores que antes de la pandemia. Hoy el consumidor se siente seguro de viajar en crucero, quiere cruceros que contaminen menos y sobre todo quiere visitar más destinos. La primera buena noticia es que Quintana Roo sigue siendo y será el líder regional en los próximos tres años. Somos el único país de las Américas que recibe a todas las líneas provenientes de Estados Unidos.

Las buenas noticias vienen también de la mayor OTA a nivel internacional, Expedia Group, que en su reporte del primer trimestre denota un 25% de incremento en la búsqueda de viajes a nivel global. Cancún, seguido de Punta Cana, Honolulu y Miami, fueron los destinos más buscados. En el caso de México, el mercado doméstico muestra una mejora importantísima y el turismo extranjero también va al alza, sobre todo porque somos de los pocos países en donde no hubo restricciones radicales que obligaran al pasajero a cancelar o decidirse por otro destino.

En el frente aéreo también hay noticias positivas, aunque sufrió una dura crisis previo al Covid-19, que impactó de manera considerable. La cancelación en la producción de ciertos equipos de la compañía Boeing después de una serie de accidentes provocó inquietud del viajero y los mercados. No es fortuito que el gobierno de Estados Unidos haya salido a rescatar a las líneas aéreas echando mano del presupuesto extraordinario para evitar la quiebra de las compañías. Hoy a pesar de otra crisis en ciernes -la guerra de Ucrania- con aumentos considerables en los precios de combustibles y boletos, vemos una mejoría en los viajes de placer y un repunte en viajes internacionales -sobre todo a México- y aquellos considerados de negocios hacia Europa. La llamada “virtualidad” en materia laboral está para quedarse y por supuesto tendrá un impacto en la recuperación del sector.

Con estos tres ejemplos y muchos más que pudiera anotar, puedo concluir que vamos por buen camino, que no se puede aflojar el paso, que la sinergia entre sector público y privado es toral para una recuperación plena. Después de estos dos largos años, creo con firmeza que hay esperanza sobre el futuro del sector de viajes y turismo a nivel internacional.

 

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